viernes, 31 de agosto de 2012

LAS NOCHES MÁS OSCURAS DE MARRAKECH VII


PREMISA: Estuve en Marrakech siete días en agosto del 2011. A cada día corresponde una camiseta de un Cuerpo de Linternas en acorde a la primera emoción que sentía por la mañana. Luego emprendí en rutas turísticas determinadas intentando conservar y explotar la emoción que tocaba. Enfatizo que ninguna de las camisetas fue preseleccionada. Lo que sentía ese día, vestía.  Eran meras pautas para condicionar mi dialéctica e interacción con la gente de una manera u otra. A nivel personal, era una búsqueda por encontrar mi emoción en el Espectro Emocional. Tenía seis camisetas y vestí la emoción ganadora en mi retorno el séptimo día. Ah… y otra cosa… como el mismo nombre implica, mis noches fueron demasiado oscuras para ser contadas. Con lo cual, la narración será de la aurora al crepúsculo. Lo que hice por las noches, me lo llevo a la tumba... 


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La historia hasta ahora:

Lunes: Aprendí a inspirar un gran miedo. Haz click aquí para leer la entrada completa.

Martes: Encontré el cadáver del Superhombre. Haz click aquí para leer la entrada completa.

Miércoles: Mi avaricia me condujo a la perdición. Haz click aquí para leer la entrada completa.

Jueves: Mi venganza contra Marrakech. Haz click aquí para leer la entrada completa. 

Viernes: Descubro el secreto de la voluntad. Haz click aquí para leer la entrada completa.

Sábado: La muerte de mi muerte. Haz click aquí para leer la entrada completa.





DOMINGO: EL COLOR INEXISTENTE

Pensaba que viviría menos… pero el hecho es que soy un fracasado en todo el Espectro Emocional. Es curioso lo peligrosas que pueden ser las emociones. Más que un ejercicio periodístico, me pareció un experimento de interpretación psicótico. Mortal inclusive. Los actores que me hayan seguido hasta el séptimo día lo entenderían. Respecto a esta serie de anacrónicas, enfaticé que vestiría el color ganador en mi regreso a Madrid. No sé cuál elegir. En un momento pienso que es la ira de los Red Lanterns. Donde verdaderamente había triunfado. Pero incluso el árabe que me vendió el perfume salió beneficiado. Aunque haya negociado el precio que quería, estoy seguro que me timó de alguna manera y lo que compraba era en realidad más barato. Siempre que haya un beneficiado en la parte vengada, no hay una venganza puramente. Si a eso agrego la cantidad de veces que ellos me estafaron a mí, la balanza no estaría en mi favor. En lo que el resto de colores respecta, creo que mis experiencias hablan por sí solas.


Pero hay un dato que me hace reflexionar cuando hago mi maleta. Se trata de una séptima camiseta que estaba infiltrada entre las otras. Antes de salir para Marrakech, había lavado todas las que pensaba llevarme. Metí una por error o algún designio simbólico del subconsciente. Quizá mi mente divagaba en aquel entonces y la doblé junto a las demás. Es una sorpresa para mí encontrarla ahí. Y no darme cuenta hasta ese preciso momento que la tengo. No obstante, todo tiene su razón de ser. Una camiseta gris. Sin un símbolo o imagen impresa para designar algo en particular. Puede que el lector no comprenda este simbolismo. Ni siquiera los fans, frikis o seguidores del comic. Más que todo por su ausencia patente del Universo Green Lantern que he descrito en la introducción. Sin embargo, el color gris ya estaba presente en mi imaginación.

En realidad fue una idea que le mandé a DC comics en una época. Los Grey Lantern Corps o Cuerpo de Linternas Grises. Daba origen por un anillo negro que siguió a Superman Bizarro a su mundo Htrae. El anillo sufre un corto circuito y se vuelve gris. Bizarro se transforma en la primera Linterna de esta tonalidad. El anillo le sugiere que busque todos los colores de las kriptonitas para crear una batería de poder estilo Torre de Pisa. El color ausente del espectro es, por tanto, la locura. Los anillos que trasforman a todos en Bizarros  y el Joker que busca hacerse con todo el poder tras ser poseído por la Entidad. DC nunca me respondió. La Warner tampoco. Y lo mandé varias veces. Estilo Bukowski. Hasta ese momento, todo me había parecido en vano. Pero después de mi experiencia en Marruecos, se trata de la camiseta que realmente me representa. LA LOCURA.   

En otras palabras, mi color. Ergo la versión híbrida de la natural-generativa. La anacrónica gris. Y yo, Cronos Carpio, estoy completamente loco. Durante mucho tiempo cuestionaba mi comportamiento. Me decía a mí mismo, “Perdiste la mente, Carpio”. Me reconforta. Quizá porque sé que aquel que reconoce su locura, no puede estar loco. Algo que pensaba hasta el séptimo día en Marrakech. Mas luego recuerdo la analogía que hace Platón sobre la razón y las pasiones. Y cómo las segundas son caballos que debe conducir la primera. Coincido con esta filosofía. Aunque yo soy un caso especial. Mis pasiones cabalgan a toda velocidad y no pueden ser controladas. El conductor de mis corceles sigue siendo una figura racional. Pero no puede hacer nada para frenar la pasión de los caballos que aceleran el fuego inextinguible de su espíritu hacia horizontes de perpetuo frenesí.  

Desde el punto de vista de Bizarro, mi vida es todo lo contrario de lo que debería ser. Como si todos mis instintos estuviesen programados en mi contra. Viviendo al revés. Y poniéndome gafas morales para ver el mundo igual que los demás. En un episodio de Seinfeld, el personaje de George intenta vencer este paradigma haciendo lo contrario de cada instinto que tiene. A él le funcionó bien. En lo que mi destino respecta, da igual lo que haga. Lo tengo muy claro ahora. La ficción. Desde niño me imaginaba mundos y vivía en ellos. Hasta la fecha, sigo viviendo en mundos que considero más reales que la realidad. Pero siguen siendo imaginarios. Es la definición de la locura… quizá ya va siendo tiempo que compre una cámara de fotos y actúe como un turista… “normal”.



Por cierto, ya que estamos en mi Mundo Insano, tengo que señalar que todas mis reflexiones anteriores sucedieron mientras hacía mi maleta (donde nos quedamos en la realidad)… eh… luego vestí la camiseta gris con la chilaba blanca encima, salí del hotel, pillé un taxi al Aeropuerto de Marrakech (espero que regateando), me subí al avión, contemplé el desierto por la ventana, aterricé en el Aeropuerto de Madrid, me metí en el metro y llegué a mi piso en Malasaña. Al menos… eso es lo que espero que haya pasado…

Volviendo al mundo realidad en el instante de aquel entonces… mi piso… me encuentro con mi amigo italiano, Marco. Le cuento toda mi historia en un párrafo (estoy loco pero sigo siendo un periodista). Me invita a Lavapiés donde había quedado con un amigo en común, Jorge. Pienso que la historia ha terminado ya. Y la borrachera que pillamos en las próximas horas dan poco que contar. Básicamente porque no  recuerdo nada. Pero antes de perder la conciencia, encuentro un último simbolismo cuando llego al barrio donde presentemente estoy viviendo. Casualmente un marroquí en la calle que nos habla y y no hace más que quejarse del Ramadán. No le pongo mucha atención a su historia. Salvo el final. Cuando saca la lengua y dice:

-¡Mira, tío!

Está completamente blanca. Supongo que por ayunar. Pero no me atrevo a preguntarle. En ese instante me percato que me hace falta un color. El Día Más Brillante. Mi razón de ser dentro de mi locura. La lengua. ESCRIBIR. Y esa es la moraleja final de todo mi viaje. Un lunático cuya única comodidad se encuentra en la irrealidad de la realidad a la que formo parte. Sublimado moralmente en la escritura. Y el mejor regalo que le puedo dejar al lector, es que se imagine mis noches más oscuras según esta premisa.



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