lunes, 24 de diciembre de 2012

LOS CÓDICES CONDENADOS: LA DECADENCIA



ESTELA SEGUNDA
20 de diciembre de 2012

Esta mañana me despierta una mujer entrando a mi habitación a las seis de la mañana (y el sentido común implica lo contrario). Creo que tenía intenciones de violarme. Pero me despierto justo a tiempo. Disimula que se ha metido en la habitación equivocada y cierra la puerta disculpándose. Ya no puedo volverme a dormir. Sobre todo después de la tragedia... Sandy ha muerto. El hecho es que, por muy conectados que estuviéramos desde un principio, las risas que compartimos y los crímenes apocalípticos que realizamos como los Salvatoallas, tanto él como yo sabíamos que no iba a durar. Era inevitable. Sobre todo en Petén. Yo iba a ensuciarme. A sudar como que no hubiera mañana (literal en este caso). Cosa que implica que tenía que darme un baño. Le ofrecí a Sandy volverme un Hippie Pies Negros para salvarle la vida. No obstante, me miró con sus ojos negros de botella de champú de hotel y me convenció que ese era su cometido en esta vida. Me duché... y ya no creo que puedo seguir adelante. Lloré y lloré. Hasta que mi pelo se secó y el cadáver de Sandy se empapara en mis lágrimas. Normalmente, no es común que exhiba mi dolor al mundo. Pero la Cerveza Gallo me pagó muy bien por la publicidad:



Me cuesta afrontarlo a lo largo de la mañana. A la misma vez, me siento mal por el dinero que ya he gastado. Tenía que administrarlo de alguna manera para compensar mis pérdidas. Hoy tengo que ir a Tikal a cubrir lo eventos que trascurrirán en el Parque por motivo de la celebración del 13 Baktún. Voy por mi pase VIP al aeropuerto; un brazalete azul que me permite entrar en la Gran Plaza; que importante me siento. No puedo darme el lujo de ir a Yaxhá como ayer. Y entonces me vino a la cabeza la gran epifanía: EN TUC TUC HASTA TIKAL. Me encanta decirlo, "En Tuc Tuc hasta Tikal, en Tuc Tuc hasta Tikal".

P: ¿Qué vas a hacer hoy?

R: Lo normal: ir en Tuc Tuc hasta Tikal.

Cronos Carpio, ganador del Premio Pullitzer por irse en Tuc Tuc hasta Tikal... mmm... igual siento que falta algo. Algún elemento adicional para condimentar la idea de irme en Tuc Tuc hasta Tikal. A ver... pensemos...sí... sí... claro... ¡EUREKA!... ¡UNA PIÑATA DE SPIDERMAN! Ir en Tuc Tuc hasta Tikal con una Piñata de Spiderman. Eso no tiene precio. Incluso sin la Mastercard. Por desgracia, me entero que los Tuc Tucs no van hasta Tikal y no había ni siquiera una leyenda de un Tuc Tuc llegando o intentando llegar hasta ahí. Ah, y para quien no lo sepa, un Tuc Tuc es esto:


Sé lo que pensará la mayoría... ¿por qué visto una camiseta del Real Madrid? Aclaro que no me gusta el fútbol. Cosa que supone que soy malo en los deportes y siempre me eligen el último. Sobre todo los dioses mayas. Ahora en el Baktún, voy a intentar engañarlos. Que la última vez, me acabaron sacrificando al dar inicio el juego de la pelota. Pero antes quería comer algo muy coloquial. De vuelta en mi hotel, no me atrae nada del menú. Coincide que me llama mi padre para recomendarme un restaurante en Flores llamado "La Mesa de los Mayas". Por lo visto, tienen una gran variedad de comidas típicas y exóticas. Básicamente, bichos raros de la selva. Y para el Apocalispis, siempre se me antoja comer animales en peligro de extinción.

Voy en Tuc Tuc hasta Flores... ¿a que no suena tan bien así? Localizo el sitio y no hay absolutamente nadie dentro. Para quien no lo haya pillado, ese es el tema de esta historia. Hay dos cuartos y me siento en el más antisocial. No estoy de humor para hablar con nadie hoy. Aparte la mujer que me atiende es muy "símpática". Le pregunto si hay un plato combinado con todas las especies raras. Me dice que sólo puedo elegir una. Estoy entre dos animales. Me inclino por el Tepeizcuintle. Que para quien no lo sepa, es esto:



De haber tenido más paciencia, hubiera pedido esto:



Y de haber sido un vegano, hubiera pedido esto:

Seguro que la comida no es igual que las fotos. La mujer espera a tomar mi orden mientras me decido. Pienso en contarle el chiste del jaguar para romper la tensión. Pero tampoco quiero que escupa en mi Tepeizcuintle. No tardan mucho en traérmelo. Asumo que va a saber a pollo (como todas las bestias exóticas). Sin embargo, me sorprende que sabe a cerdo. Más tierno quizás. Un plato recomendado para el judío que quiera apartarse del menú kosher sin correr el riesgo de ser descircuncidado. Pero me llama más la atención un simbolismo que localizo en la pared mientras como. Entre todas mis investigaciones sobre el fin del mundo, hay una en particular que hace referencia a la Cruz de Hendaya. Otras alusión de los masones y alquimistas a la alineación galáctica. Aparte de la cruz misma, hay representaciones de un sol y una luna. En el caso de mi simbolismo, incluso hay un reloj que marca una hora. ¿Será del tiempo que todo va a acabar?


Aparece un segundo simbolismo cuando me dirijo a la caja a pagar. Uno que me hace reflexionar sobre el Apocalipsis. Me percato que a lo mejor se trata de un final dirigido a mí. Puesto que los mayas son los hijos del tiempo y yo soy el dios del tiempo, el verdadero final tiene que ver con mi muerte. ¿Es una advertencia sobre los hechos que debo ejercer o no para salvarme? Mi siguiente experiencia sólo empeora las cosas. 


Me sucede cuando decido dar un paseo por el malecón de Flores. Empiezo a andar bajo ese sol abrasador del medio día. Se me ocurre volver al simbolismo de los círculos y darle una vuelta a toda la isla. Desde que entro, todo comienza a irme mal. Para empezar, una planta de la entrada me rasguña el brazo. Y sólo le dije que su madre era tan gorda que la volvieron el árbol nacional. Mi herida no sangra. Otra advertencia. He sido marcado. Pero por poco y el mundo me corta las venas. No hay sombra por donde andar. Empiezo a cruzarme con algunos turistas y coloquiales en un ambiente semejante al de Panajachel en Atitlán. El sol cada vez me afecta más. Caminando al costado del malecón, se me acerca un barquero en su lancha.Viste una camiseta del FC Barcelona. Me alza la mano de manera provocativa. Pienso que se trata de una amenaza en vistas que llevo la camiseta del equipo rival. Le correspondo el gesto amenazante. El Barquero del Barça ahora modifica su gesto para indicarme si quiero pasaje al otro lado. La tarifa normal es de dos óbolos. Pero por ser del Real Madrid, me quiere cobrar 81 quetzales. Niego con la cabeza y se va a la otra orilla sin darme mucho crédito. Sigo caminando. Siento que ya no puedo más. El sol me quema, la humedad me asfixia y deseo volver. Llego al puente y aprovecho a pedir un Tuc Tuc hacia el hotel. Curiosamente, hace un giro hacia el otro lado. Por lo que mi intento de formar un círculo acaba en una espiral. Una galaxia espiral. Y el alineamiento que deriva en el final. Mi oportunidad de salvarme, echada perder. Hasta ese momento no me percato que el gesto del Caronte Catalán era uno benigno. De unirnos hacia un mundo mejor donde ya no hay diferencias y todos seríamos salvados. He sido advertido... no he hecho caso... y temo ahora lo que vaya a pasarme. 



Descanso un rato en el hotel y me dirijo a Tikal poco después. Sólo compro el pasaje de ida. Intuyendo en alguna dimensión que no voy a volver. En realidad es por avaricia. Pero suena más bonito así. Además mi amigo Hugo vendría por la noche. El taxista se llama Gilberto. Contrario a los anteriores, no me hace conversación alguna. Sólo me pone una radio con marimba durante el trayecto a Tikal. Razón por qué mi vida no pasa delante de mis ojos. Me alegro no haber ido en Tuc Tuc hasta Tikal. El viaje es más largo de lo que me espero. Aunque también creo que la marimba tiene algo que ver en eso. Me cobran entrada de turista por ir con la camiseta del Real Madrid. Mi odio hacia Cristiano Ronaldo empieza a crecer. Pero se me pasa cuando empiezo a adentrarme en la selva tropical.


Desde que entro empiezo a grabar y tomarle fotos a todo. Nunca había estado en Tikal en horario vespertino. Entro a la Gran Plaza a espaldas del Gran Jaguar vía el campamento de bailarines y músicos. Tengo pases Backstage para el Apocalipsis y entro sin problemas. Me alegro que no dejen pasar a cualquiera. Esto me da carta libre para concentrarme en mi documental y tomar fotos más cercanas. Bromeo con una organizadora:

-¿Eres tú la encargada del Apocalipsis?

-¿Qué?- me pregunta sin comprenderlo.

-Todo el mundo dice "Nueva Era, Nueva Era". ¿Y si no es la Nueva Era? Alguien tiene que hacerse responsable. ¿No cree?

-Está la Cruz Roja y el Ejército. Tranquilo.

-¿Y si es un meteoro?

-Entonces hay un problema.

-¿Puedo ser el encargado de los meteoros?

Se ríe y se va. Aunque noto cierto desprecio durante la conversación. Sabía que tuve que haber empezado con el chiste del jaguar. Empiezo a notar la decadencia en mis entornos desde entonces. Grabo los bailes, el juego de la pelota, los indígenas manifestándose y otros eventos surreales. Muy bonitos todos. Pero siento que la producción del evento es muy mala. A lo mejor por haberse basado en la Nueva Era en lugar del Apocalipsis. De haber sido yo el productor, hubiera hecho una mejor publicidad mundial, llenado el sitio con alcohol (que no había) y camisetas que dijeran "Sobreviví el Baktún y lo único que conseguí fue esta mierda de camiseta". Poco a poco empiezo a perder la paciencia. Como buen apocalíptico, me voy justo cuando empiezan las celebraciones de la Nueva Era. Después de todo, ya había visto y grabado todos los ensayos. Me basta un Making Of del Final. Además mi amigo Hugo está por llegar. 



El principal problema en esto es el dónde. No es como quedar en frente del Burguer King. Aparte que la señal o cobertura es pésima. Pierdo el contacto con Hugo justo cuando estábamos por establecer dónde juntarnos. Asumo que me esperará afuera por lo que decido salir. Me adentro entre la selva tropical en plena noche con antorchas poco fogosas iluminando mi camino. Siento como que me va a atacar una manada de velociraptors. Camino entre la oscuridad. Algunas antorchas están apagadas y tengo que recurrir a la luz de mi teléfono barato. No sé si voy en la dirección correcta. Mi desesperación empieza a crecer. Me da la sensación que no voy a volver. 

En la salida, me detengo en un restaurante llamado el Comedor Tikal. Tengo mucha hambre y sed de alcohol. El hombre que me atiende también creo que es del Barça. Especialmente cuando dice que no hay menú. Algo ideal para el fin del mundo. Agrega que sólo puede ofrecerme huevos y frijoles. Los pido y me los trae rápido. Mientras ceno, aparecen otros turistas a los que sí les ofrece el menú. Ahora odio a Mouriño. No me había puesto a pensar que mi camiseta tiene una connotación apocalíptica. La civilización maya que acaba con la conquista española. Y yo vistiendo la camiseta de un conquistador. El teléfono de Hugo está apagado. Intento localizarlo con una cadena de llamadas. De mi amigo Juan, a la madre, a la tía... pero nada. Me pido una cerveza tras otra. Finalmente me llama Hugo. Había pedido prestado un teléfono porque su compañía no tiene señal en esa área. Dice que está en la Gran Plaza. Donde había estado toda la tarde. El entró y yo salí. Magnífico. Me dice que me espere en el Comedor. Y espero. Lo que parecieron 5125 años. La gente se empieza a ir. Me quedo en la única mesa de afuera. El comedor empieza a cerrar y el presunto fanático del Barça me mira con desprecio. Me pido la última cerveza. Quizá la última de todas. Ya son las once de la noche. Siento que Hugo ya no va a aparecer. Me echan del bar. Decido volver a las ruinas mayas. Pero antes quiero librarme de la mala suerte del Real Madrid. Maldigo a Florentino Pérez y me cambio de camiseta. Llevo la de la Noche Más Oscura en la mochila. El zombi superhéroe o Black Lantern. Más apocalíptica inclusive. Empiezo a caminar entre la oscuridad. Y escucho que alguien llama mi nombre...  

3 comentarios:

  1. El sentido del humor es vital para un final apocaliptico.

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  2. Juzguen ustedes, un final apocalíptico o el principio de una nueva era? Que tristeza que la juventud no haya podido compartir la majestuosidad del imperio Maya y que el Gobierno no haya previsto la cantidad de turistas, tanto nacionales como extranjeros, de la magnitud que implica el Baktún. Estas crónicas son una reseña histórica de alguien que vivió en carne propia uno de los lugares sagrados en donde se esperaba el Baktún y la experiencia no fue tan grata, debido a la pobre organización del gobierno. Qué tristeza!!

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    1. Toda la razón Licda, hubieran podido hacer algo mejor aprovechando todas las riquezas de hay en nuestro país, pero nuevamente la corrupción se hace presente aunque haya sido el fin del mundo.

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