viernes, 14 de septiembre de 2012

MANUAL DEL AVENTURERO

A menudo soñaba con meterme en aventuras. Estilo Indiana Jones. Buscando tesoros, pasando por civilizaciones antiguas y escapando de sus trampas y aborígenes. En la realidad, la aventura no llega a ser como Hollywood. Si hay que hacer una referencia histórica de un aventurero real, tendría que ser Giacomo Casanova. Se le conoce como el mejor amante de todos los tiempos. Aunque mucha gente desconoce su parte aventurera. Descrita en sus Memorias autobiográficas en francés, Historie de ma vie (Historia de mi vida). Aparte de sus numerosos amoríos, se narran sus experiencias como filósofo, erudito, masón, espía,  diplomático, despilfarrador, viajero e inclusive como fugitivo tras escapar de la prisión veneciana de Los Plomos. De mi propia experiencia alrededor del mundo, he encontrado pautas concretas que conducen a situaciones aventurescas. La ley principal de cualquier aventura es la innovación a partir de una carencia.




No tener un plan. Al viajar, mucha gente contrata guías turísticas de agencias para conducirlos por un terreno que desconocen. Dejo claro que el turismo y la aventura son inversamente proporcionales. Siempre que haya algo programado, se sabe el desenlace. Y en la aventura, nunca se sabe el desenlace. Si quieres descansar y relajarte, es adecuado contratar a un guía. Pero si es aventura lo que buscas, uno debe ser autodidacta o bien conocer a un guía coloquial que te lleve detrás de las escenas. ¿Qué es un guía coloquial? Pues aquel que no trabaja para ninguna agencia. Me pasó cuando viajé a Salamanca a cubrir la Nueva Catedral. Coincidió con un puente y no encontré ninguna habitación en toda la ciudad. Claramente no llevaba un plan. Acabé conociendo a un salamantino en un bar que me llevó detrás del telón hasta el siguiente día por sitios que nunca hubiera recorrido.   

Hostales sobre hoteles. Mientras más acomodado estás, menos aventuras tendrás. La máxima de la incomodidad. En los hoteles hay veces que se opta por ver películas y beber botellas del mini bar sin salir de la habitación. Hasta si bajas a un punto de encuentro social en el lobby, la gente suele estar encasillada en sus propios planes. Los hostales son más propensos a la interacción. Sobre todo los Youth Hostels. Suelen compartirse literas o salas comunes con gente en la misma situación que uno. Esto provoca que haya personas más abiertas. Se debe socializar y compartir intereses. Otra buena idea es el Couch Surfing. Puesto que ya tenemos asegurado a un guía coloquial que nos puede llevar por su terreno. Cuando estudié en Cuba, vivíamos 48 personas en el mismo piso. Perdí la cuenta de cuántas aventuras surgieron por ese principio.

Poco capital o capital con ingenio. El dinero en la aventura es un medio para sacarte de problemas. Nuevamente la máxima de la incomodidad. Cuando vemos a los héroes y aventureros del cine y la mitología, rara vez pensamos que gran parte de la aventura es la falta de medios o el sufrimiento mismo. Y nuestra parte racional se potencia cuando sufrimos. Con poco dinero, tienes que ingeniarte la mejor manera de sobrevivir con los recursos que tienes. Recuerdo en Grecia cuando mi amigo Juan Coyoy y yo no teníamos dinero ni para comer (véase la entrada “El Fin del Tiempo” para saber la historia completa). Hasta tuvimos que acudir al robo en ciertas ocasiones por el hambre. Por otra parte, está la aventura Barney Stinson; personaje de la serie How I Met Your Mother. Si dispones de mucho dinero, tienes la libertad de hacer lo que quieras. Pero, para que sea una aventura, debe acompañarse de algún toque de surrealismo. Retos surreales para ser más concretos. Ir a bares poco usuales, tomar un transporte espontáneo a tierras desconocidas, ponerse disfraces, invitar a personajes extraños y hacer cualquier cosa poco común que te venga a la mente. O en palabras de Barney Stinson, “Desafío Aceptado”. Mi amigo Alberto García contrató a un enano y lo disfrazó de cordero para una despedida de soltero. Lo esposó al novio que iba disfrazado de Hannibal Lecter. En Halloween me disfracé de Green Lantern y salí de copas con mi amigo, Alejandro Merino. Acabamos en una fiesta privada con dos periodistas del País y el costurero de la Princesa Leticia. LEGEN- wait for it- DARY!

Personajes misteriosos. Todos los sitios tienen alguno. Sobre todo en los bares. Hay que fijarse y buscarlos. Generalmente están solos o llaman la atención con su personalidad particular y única. Es bueno hablar con esta gente y no juzgar sus apariencias. Incluso si se trata de alguien callejero o de la mala vida. Hay que mantenerse alerta igualmente ya que hay varias sabandijas que se te pegan sin contribuir nada a la aventura. Una vez conocí a un hombre mayor que era todo un personaje. Nos invitó a su casa a mí y a otras amigas. Al final fui yo quien rechazó su oferta por un cambio de humor agresivo que tuvo repentinamente. Sigo creyendo que era un asesino en serie hasta hoy en día. En el otro costado, mi amigo Jaime Meré y yo dimos con un personaje que nos esculpió en lo propio bar (véase la entrada “El Escultor de Plastilina” para saber la historia completa). Otra vez, con mi amigo Alejandro Merino nuevamente, conocimos a dos chicos vestidos de pitufos. Nos hicimos amigos de ellos y acabamos siendo el centro de atención en todos los bares que entrábamos. ¡Pues ni siquiera era Carnaval o Halloween!

Mezclar cosas inusuales. Lo que llamo la ley oxímoron. Un término literario que implica la comparación entre dos cosas desemejantes. Situaciones que no encajan. Ir borracho a un museo, atender un bar gótico vestido de blanco, cantar karaoke donde sólo hay gente mayor, vagar por la naturaleza sin algún cometido, visitar culturas distintas, hacer un rave en un monasterio, etc. Mi amigo Alberto García hizo un botellón en los Campos Elíseos de París. Cuando llegó la policía, sólo decía “Spanish Embassy” una y otra vez para salvarse. En mi caso personal, una vez acabé hablando borracho con un cura en un hospital porque mi alero sentía remordimiento por los numerosos pecados acontecidos esa noche.

Hombres, Mujeres y Viceversa. Detesto titularlo como un programa de Telecinco, pero es el término adecuado para enfocar mi premisa desde ambos bandos. Por un lado, la mujer aventurera es aquella que suele decidir los sitios y tiene voluntad de actuar libremente sin influencia masculina alguna. En este caso, es mejor dejarse llevar. Puesto que las mujeres aventureras siempre conocen a más gente propensa a la aventura con las que se puede interactuar. El hombre aventurero, apoyándome en el propio Casanova, es aquel que siempre tiene una aventura en mente cuando habla con mujeres. Seduce a quien sea con un plan que saca a la gente de sus convenciones. Que, por cierto, es el único plan que hace un aventurero. Varias veces he realizado fiestas temáticas con otros amigos y amigas (gafas, sombreros, disfraces, cócteles especiales, etc.) donde se garantiza algo fuera de la convención y, en consecuencia, una aventura. 

Alcohol, mucho alcohol. Triste pero cierto. Aunque no es indispensable, el alcohol siempre garantiza algún tipo de aventura. Nos desinhibe y nos hace hacer cosas que normalmente nunca haríamos. Nos abre más a la gente y nos conduce a casas de desconocidos. Muchos de ellos personajes surreales que están borrachos también. Además, mientras más bebes, más indiferente te vuelves a todo. Como cuando me fui a Pamplona con mis amigo, Jorge García. Estoy seguro que sin el alcohol no hubiera estado en un encierro de San Fermín ni pude haber dormido en la calle.

Road Trip. El viaje en cualquier tipo de transporte siempre es una aventura. Sobre todo cuando se cuenta con vehículo propio y amigos de confianza. Mientras más largo es el viaje, mejor la aventura. Es buena idea parar en sitios en el camino y no conducir sin parar hasta el destino final. Recuerdo un viaje a Monterrico con mis amigos guatemaltecos, Hugo Pinelo, Ana Regina Palomo, Samuel Saito y Lluvia Guerra. Llevábamos una cinta cassette con la canción “Red Red Wine” de UB40. Surgió la idea crápula de bebernos una botella de vino tinto entre todos antes de acabar la canción. La repetimos al menos cuatro veces. Y se acabaron las botellas de vino (también creo que eran cuatro). La borrachera aparte, ya teníamos una aventura en el comienzo del viaje. 

Simbolismos. El tema de mi blog y las anacrónicas. Cuando te ingenias algún simbolismo sobre tu viaje o tu experiencia, todo lo que sucede es mágico. No hay mejor aventura que la que tienes en tu mente. Una que sólo tú puedes ver y te da el mayor sentido sobre todo lo existente. Recuerdo el viaje con mi padre a Normandía. Fuimos a la casa de Monet. Entre ésta y el estanque famoso de los lirios, había sol y lluvia. Y no eran más que unos metros por el acceso subterráneo. Luego estábamos un poco borrachos y apareció un gato negro. Tanto mi padre como yo somos supersticiosos con el tema. El gato nos vió un momento y luego empezó a cruzarnos el paso. Nosotros nos adelantamos como por instinto a la misma vez diciendo, "No, no, no, no, no". Y ese suceso tan sencillo realmente refleja el viaje completo. Pues por correr más rápido que la suerte, tuve el mejor viaje padre-hijo de toda mi vida. 

Ser o no ser. Quizá la más importante. Normalmente, estamos constituidos como animales temerosos. Nos habituamos a una rutina y no queremos salir de ella. Es muy importante ser uno mismo. Pero para la aventura, la mayor parte de las veces hay que dejarse llevar por situaciones que no son de nuestro agrado o preferencia. Arriesgar estar en peligro, entrar a situaciones desconocidas, acceder a sitios a los que jamás entraríamos y estar en compañía de personajes misteriosos con los que no hablaríamos normalmente. Nunca me gustaron los afters, pero he acabado con mil historias yendo a ellos. Lo dicho, cualquier aventura es la innovación sobre una carencia. Y no hay mejor cura para la carencia que romper los límites de la realidad.

Enlaces:

Giacomo Casanova Wiki: http://es.wikipedia.org/wiki/Giacomo_Casanova
Indiana Jones Wiki: http://es.wikipedia.org/wiki/Indiana_Jones
Frases sobre la aventura: http://www.frasesypensamientos.com.ar/frases-de-aventura.html

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