Sucedió en La
Coquette de Madrid Centro. Un bar de blues que destaca por su originalidad
arquitectónica y musical. Se encuentra en una Cava subterránea en el estilo
típico español. Apenas bajando las escaleras, hay una barra. Conecta a la
derecha con la columna vertebral del bar en una cueva amplia con mesas y un
escenario al fondo grafiteado para espectáculos en vivo (generalmente los martes,
miércoles y jueves). Las paredes y la música dan ambiente al lugar en
representación de grandes músicos como John Mayall, Billie Holiday, Howlin
Wolf, Leadbelly, Buddy Guy, BB King, Eric Clapton, Muddy Waters, Bo Didley y
Stevie Ray Vaughan entre muchos. Mas mi historia trascurre en la parte oculta
del bar; avanzando hacia el escenario a la izquierda. Como si ese espacio
estuviera reservado para fenómenos bizarros. Había quedado con mi amigo Jaime
Sinatra (del mismo Bilbao); también conocido como mi “colega surrealista” ya
que cada vez que salgo con él, acabo en una historia, o bien suceden a nuestro
alrededor, fuera de un plano convencional de cordura statu quo. Y esta vez, se
trataba de la historia más surrealista de todas.
Estábamos en la
parte oculta del bar al fondo. Había una barra pequeña. Conectada también a la
barra de la entrada donde podía visualizarse el otro lado y el corazón de la música que palpitaba.
Bebíamos Southern Comfort. Un licor de Nueva Orleans fabricado con frutas,
especias y whiskey. Sé que la versión comercial de ahora sólo es el condimento
del whiskey y tampoco clasifica como un bourbon por agregarse azúcar después de
la destilación. Esto lo vuelve en un alcohol místico y peligroso. Era conocida
como la bebida favorita de Janis Joplin. Y una de las mías también. Desde esa
vez, bebía exclusivamente Southern Comfort en La Coquette. Sólo éramos tres en
aquel momento. Jaime y yo más una tercera figura misteriosa en el bar. Era un
hombre delgado, de tez morena, pelo oscuro alternado con canas y atado en una
coleta. Empecé a contarle a Jaime que había sitios en Guatemala, concretamente
la región de Zacapa, donde la gente tenía pistolas como si fueran teléfonos
celulares o móviles. Igual que un Western de Sergio Leone. Quizá exageraba un
poco, pero el Hombre Misterioso se vio intrigado por mi historia. Me sonreía
mientras la relataba con lo cual me sentí obligado a contársela a él también.
El hombre se dirigió a Jaime para corroborar mi relato por su cara de
incrédulo. Incorporándose a la conversación sin ser invitado y tomando parte
como si llevara en ella toda la vida. Nos comentó que era común en América. Lo
dijo poco sorprendido. Como que ya había estado ahí. Dentro del mismo tema y
apartándose drásticamente del mismo, nos contó su primera teoría.
Decía que ni los
españoles ni los vikingos fueron los primeros en colonizar América. Se trataba
de los japoneses que se asentaron en Perú y les dieron los rasgos achinados
respectivos. Lo mismo con Norteamérica y las razas mongólicas que cruzaron el
estrecho de Bering. Jaime y yo nos miramos como si no entendíamos a que venía
el comentario. Mas pronto continuó con la segunda teoría. Las bombas nucleares
de Hiroshima y Nagasaki en la Segunda Guerra Mundial eran la causa del
calentamiento global. Una especie de efecto mariposa en el tiempo que también
daba lugar a todos los desastres naturales que han ocurrido en esa zona. Tenía
sentido. Lo recordaba por el efecto que tuvo el meteoro que extinguió a los
dinosaurios. Un calentamiento gradual a través de la Tierra. No recuerdo toda
la conversación (reitero que estaba bebiendo Southern Comfort), pero lo que no
se me olvida es que el Hombre Misterioso justificaba sus teorías.
Minuciosamente. Con ciencia. Y nada sobrenatural. En este punto en la
conversación, me dio curiosidad preguntarle a qué se dedicaba con cierta
ironía.
-¿Pero quién
eres?- le dije-. ¿El Embajador de Japón?
-Soy escultor- me
respondió.
-¿De qué?-
insistí.
Se metió las
manos en los bolsillos y sacó un paquete de plastilina.
-¿En serio?- le
pregunté incrédulo.
-Sí- respondió
con seriedad-. Es más. Si queréis os esculpo a los dos ahora mismo.
Jaime y yo nos
miramos con cara de “no me lo puedo creer”. Ni siquiera recuerdo habérselo
confirmado. Pero empezaba ya su labor peculiar a los pocos segundos. Colocó la
plastilina sobre la barra y sacó un cuchillo pequeño. Una especie de bisturí
minúsculo para cortar la plastilina con precisión. También alguno que otro
accesorio metálico para darle contorno a la escultura. Estábamos hipnotizados
por sus manos laboriosas. Quizás un poco por narcisismo también. Pero desde su
perspectiva era como si no había pasado nada. Seguía contando sus teorías. Y lo
curioso es que entraba en el tema religioso de repente. Siempre desde una
perspectiva científica. Empezó a hablar de la estatua del Ángel Caído en el
Parque del Retiro de Madrid. Según él, era el único tributo verdadero al Diablo
en el mundo. Pensaba que lo decía por la escultura en sí misma o un comentario
que hacía sencillamente como escultor. Mas lo decía porque estaba justo a 666
metros de altitud sobre el nivel del mar. Se pasó a hablar de Jesucristo.
Aludió a la infancia desaparecida del Mesías en la Biblia y cómo había viajado
por Oriente aprendiendo técnicas de curación para sanar heridas al simple
tacto. Una práctica muy común en la zona. Lo mismo para transformar agua en
vino. Utilizaba una base y un ácido disuelto en lo primero para dar lugar a lo
segundo. Con todo esto, básicamente nos decía que no eran milagros. Lamento no
haberle preguntado cómo Jesucristo caminaba sobre agua. Mi colega tenía sus
propias dudas. Eso o estaba probando hasta que punto podía ingeniar una teoría.
Sobre todo porque a estas alturas el personaje en cuestión ya había pronunciado
en varias ocasiones, demasiadas para su gusto, la frase, “Yo tengo una teoría
para eso”.
-¿Y el Parchís,
tío?- dijo Jaime con seriedad y cierto aire de sarcasmo-. ¿De dónde proviene?
¿Los colores, el formato y la propia idea? Date cuenta que es un juego muy
caníbal. ¡Consiste en comer!
-Lo miraré- dijo
el Escultor de Plastilina entre la reflexión y la indiferencia.
Alrededor de este
tiempo, ya había terminado las esculturas. Bustos de nuestro retrato tal y como
íbamos. Durante la conversación y las teorías herejes que nos contaba, nos
miraba fijamente en ocasiones o nos pedía girarnos para sacar algún detalle del
vestuario. Jaime llevaba un sombrero. De hecho siempre lo lleva. También un
chaleco color “Camel”. Ambas cosas las hizo exactamente igual. Las esculturas
parecían más una caricatura. Pero hechas a perfección. Yo llevaba una camiseta
negra de Ripcurl. Me hizo el logo en la parte de adelante y atrás. Luego de
mostrarnos los bustos en primera instancia,
incorporó artilugios simbólicos. En el caso de Jaime, una bufanda del
Athletic de Bilbao y un cigarro en la mano. En mi caso, un cráneo. Me la
entregó al poco tiempo de acabarla.
-¿Igual que
Hamlet?- le pregunté sonriendo.
-Espera, espera-
reflexionó quitándome la escultura de las manos.
Ajustó el brazo
izquierdo con gran velocidad y destreza. Sin romperlo. Colocaba mi mano de
plastilina sobre la barbilla para denotar un sentido de duda. Me volvió a
entregar la escultura y me dijo:
-¿Ser o no ser?
Me empecé a reír.
Me estaba riendo todo el tiempo. Razón por la cual creo que me esculpió una
sonrisa tan recia. Pero muy perfeccionista con su obra, el Escultor de
Plastilina me sugirió buscar algún alfiler para meterlo en un pequeño agujero
del cráneo a modo de clavo. Nuestras esculturas habían llamado la atención de
más borrachos de los alrededores. Le pedían que los esculpiera semejantemente.
Pero se negaba. Poco después, volvió al tema de los milagros científicos de
Jesucristo. Quizá el más impresionante. ¡La resurrección en ciencia! Nos contó
que al morir, el cerebro bombardea el cuerpo con endorfinas para darnos un
fallecimiento placentero. En el caso de Jesucristo, nos dijo primero que no
había sido clavado a la cruz. Sino atado. Puntualizaba este hecho por el
estiramiento. Aquel que provocaba que los pulmones se comprimieran del todo.
Cuando lo bajaron de la cruz y se le sepultó en la cueva, sus pulmones
empezaban a expandirse poco a poco. Tres días para ser exactos. Hasta provocar
un último suspiro. Uno que incitaba automáticamente el bombardeo de endorfinas.
Acumuladas en este caso durante días. Ergo, resucitándolo. Recuerdo que Jaime
se fue a la mitad de la conversación. Me comentó que se sentía mareado. Me
llamó poco tiempo después de acabar la historia.
-Te espero fuera-
me dijo Jaime al aparato-. Sube mi escultura.
Colgué y me
despedí del personaje misterioso. Las esculturas estaban apoyadas en la barra;
clavadas en palillos de dientes que había conseguido antes con cierta
dificultad. Me las entregó y dijo:
-Escribe sobre
mí.
Escuchando estas
palabras, pensaba “Ya lo he hecho”. Mi libro de relatos titulado “El Diario de
Luzbel”. Ahora con la anacrónica, pienso “¿Estará confirmada la fuente?” Salí
del bar y le entregué a Jaime su escultura. Caminamos borrachos hacia la Puerta
del Sol. Sin hablar. Riéndonos. Sosteniendo el palillo con el busto de nuestro
retrato en plastilina. Con sumo cuidado, frente a
nuestro cuerpo más o menos a la altura del esternón. Como quien lleva un huevo
en equilibrio y tiene miedo a que se caiga; observando cada uno
alternativamente nuestro busto y la cara de los viandantes que se cruzaban a
esas horas de la noche en nuestro camino que, probablemente, se encontraban en
un estado etílico bastante peor que el nuestro. Hasta
que finalmente le comenté:
Anacrónica vivida
y escrita con la colaboración de Jaime Sinatra
Posdata:
Agradecería que el autor de las esculturas y las teorías se pusiera en contacto
conmigo para recibir los créditos merecidos. Si en cambio se trata del mismo
Príncipe de las Tinieblas, que el poder de Cristo te someta que no pienso
atravesar nueve círculos infernales sólo para confirmar una fuente.
Enlaces:
Vídeo escultura: http://www.youtube.com/watch?v=M0JfBx0hZM0
Milagros de Jesús: http://www.erain.es/departamentos/religion/trabajos/1eso/webs/index.htm
Origen del Parchís: http://www.rosaspage.com/art/eparchis.html
Vídeo S. Arvey en la Coquette: http://www.youtube.com/watch?v=b22YGhYwTR4
Vídeo S. Arvey en la Coquette: http://www.youtube.com/watch?v=b22YGhYwTR4
Buenisimo rodri
ResponderEliminarGracias, padre
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