viernes, 20 de abril de 2012

VEINTICUATRO HORAS DESPUÉS DE CRISTO



Poseidón o Neptuno es el dios greco-romano del mar. Conduce un carro tirado por Hipocampo o caballos capaces de cabalgar sobre las aguas. También asociado a los terremotos en los himnos homéricos como el que “mueve la Tierra”. Tras la victoria sobre los titanes, se repartió el mundo con sus hermanos Zeus y Hades: el primero quedándose con el Cielo, el segundo con el inframundo y él con el mar. Tomó parte en la Ilíada de Homero en favor de los griegos. Aunque luego se mostró como antagonista a Ulises en la Odisea, impidiendo que el mismo volviera a Ítaca por haber dejado ciego a su hijo, Polifemo. También cambió de bando en la Eneida de Virgilio cuando rescata Eneas de Aquiles y, posteriormente, de la diosa Juno que intentaba hundir su flota. Poseidón también es famososo por ser el amo y señor de Atlántida. Nombrada después de su hijo Atlante que puede encontrarse en detalle en los diálogos de Platón: Timeo y Critias.  

Apolo o Febo es el dios greco-romano hijo de Zeus y Leto y también mellizo de la diosa Artemisa. Está personificado en muchas historias como el dios de la luz y el sol (también vinculado a Helios), el arte, la poesía, la música, la medicina y el tiro al arco. Como patrón de Delfos igualmente se le atribuyen los poderes de la adivinación. Su hijo Asclepio se prestó como mediador en su influencia en la curación la cual el dios también podía invertir en plagas. Era jefe de las nueve musas Calíope, Clío, Erato, Euterpe, Melpómene, Polimnia, Talía, Terpsícore y Urania. Apolo suele representarse  llevando una lira, haciéndose himnos en su honor llamados peanes. Destacó en muchas partes de la literatura clásica. En especial su participación en la Ilíada de Homero del bando de los troyanos, su papel de abogado al hijo de Agamenón en la Orestíada de Esquilo y su enamoramiento de Dafne y su consecuente transformación en laurel en la Metamorfosis de Ovidio. 

Cibeles es una deidad frigia asociado con Gea y la diosa minoica Rea. Personifica la madre Tierra en la forma de tierra fértil, cavernas, montañas, murallas, fortalezas, la Naturaleza y los animales. En el culto romano se le llamaba Magna Máter o Gran Madre simbolizando la vida, la muerte y la resurrección. Se le representa con una corona amurallada y acompañada de leones. Estos últimos parten del mito de Melanión y Atalanta compitiendo en una carrera de velocidad. El premio de Melanión era la mano en matrimonio de su propia adversaria. Melanión hizo caer unas manzanas de oro que enajenaron la atención de Atalanta, haciendo que el primero venciera la carrera. Habiendo consumido la competición, consumieron su propio amor en un recinto honorado a Zeus. Molesto por la insolencia, el dios de los dioses los transformó en leones. Cibeles se apiadó de ellos y los unció a su carro que, dotado por los poderes de la Madre Naturaleza, podían subordinar a cualquier bestia.

Ebenezer Scrooge es el protagonista del libro de Charles Dickens un Cuento de Navidad (A Christmas Carol) publicado en 1834. No es un dios y más bien parece el ser humano en su forma más malvada: frío, avaro, cínico, misántropo y repugnado por el espíritu navideño en conjunto. Su transformación virtuosa está atada a las visitas de tres fantasmas navideños en los tres espacios temporales. ¿Se preguntarán que tiene que ver este último personaje con el resto? Pues que asumí el papel de Scrooge en Madrid durante la Navidad del 2009 y opté por fusionar el paganismo con una fiesta cristiana. El resultado fue un Apocalipsis para variar. Como el material peligroso en química, hay cosas que es mejor no mezclar…  


Me dispuse a investigar los cuerpos petrificados de los dioses. Las fuentes de la vida que dan forma a los dioses greco-romanos del Paseo del Prado: Neptuno, Apolo y Cibeles. Puesto que es un culto al paganismo, elijo el día 25 de diciembre para mi cometido. Y por honorar al escritor británico Charles Dickens y su Cuento de Navidad, decido personificar los simbolismos de los tres fantasmas en las fuentes. Por lo que el Fantasma de las Navidades Pasadas sería Neptuno, el Fantasma de las Navidades Presentes sería Apolo y el Fantasma de las Navidades Futuras sería Cibeles. ¿En qué consistiría mi Navidad Pagana como Ebenezer Scrooge?

Me planteo quedarme en la zona encarando cada fuente hasta desvelar la epifanía. Una hora en cada sitio es suficiente. Aunque realmente no sé lo que estoy buscando. Ni tengo idea de lo que me dirán mis fantasmas paganos. Neptuno es el Fantasma de las Navidades Pasadas. Son las diez de la noche. Recorro la Carrera de San Jerónimo de arriba para abajo. Buscando algo de mi pasado, la historia de Madrid o la mitología griega. Mis espíritus están por los cielos. Estoy inspirado. Emocionado. Intrigado por lo que voy a encontrar. No obstante, mis hallazgos son algo opuesto a lo que creía encontrar. Un detalle que observo con minuciosidad en un kiosco cerrado. Se trata de varios recortes de revistas, libros y periódicos. Extractos o retratos de pensadores ilustres para ser más preciso. Me pareció curioso en aquellos momentos que los utilizan para cubrir un agujero del kiosco. Como fontaneros de la estética. Tapando la vanidad de los objetos modernos con soportes y material que resulta obsoleto en la época actual. El simbolismo estaba claro: los intelectuales del pasado se han vuelto papel higiénico para el presente. Lugar donde ahora me dirijo.

Son las once de la noche. Me había pasado una hora divagando en la calle anterior. Encontré el simbolismo justo al final. Mas, en este caso, lo localizo al principio. Apolo, mi fantasma de las Navidades Presentes, me lo cuenta todo. Charlando sobre las decoraciones navideñas que hay a los alrededores. Se atan por cables a los árboles por encima de la fuente y a la fuente misma. Los ornamentos son muy minimalistas. Por no decir pésimos o de mal gusto. Estrellas con una luz fluorescente tirando a cálida. Y un árbol navideño. Todo de metal. Compuesto por las mismas luces de mercado. Sin lugar a duda, el árbol navideño más deprimente que he visto en toda mi vida. Pero lo que más me molesta es el hecho que todo está sujetado por la fuente de Apolo y los árboles reales. Quizá por tratarse de la fuente menos popular de las tres. No sé si por la localización o por el fútbol. El rito madrileño de bañarse en las fuentes tras la victoria de un partido importante. La fuente de Cibeles para el Real Madrid y la fuente de Neptuno para el Atlético. Tuvo que haber un tercer equipo de fútbol para Apolo. Al menos para que se le venere como es debido. Los árboles reales están sin follaje por el invierno. Pero, desde mi perspectiva, parece que la vulgaridad de las decoraciones chupan la vitalidad de la Naturaleza. Y siendo más simbólico, la Navidad había drenado todo el arte pagano hasta la actualidad. Mi inspiración empieza a decaer.

Me dieron las doce de la noche. Ya es día 26. Estoy en el futuro. Después de Cristo. Subo la calle Alcalá con dirección a Sol.  De espaldas a la Fantasma de las Navidades Futuras, Cibeles. No sé si es por tratarse de Navidad o por la hora, pero el simbolismo aparece mientras avanzo. Nihilismo. Apocalipsis. No hay nadie. Camino sólo. Como si sólo existe para mí. Al final de la calle, identifico a cuatro personas. Ninguno tiene una expresión de felicidad. Es parte del panorama general. El mensaje recurrente que veía en el pasado y el presente. Un aviso en realidad. Y se resume en lo siguiente: Si seguimos menospreciando las artes que han constituido nuestro mundo, pronto no habrá mundo alguno. Me da consuelo reconocer este hecho. Pero también me sentía consumido por asco contra la humanidad en general. Irónicamente, al final de mi historia me vuelvo el Scrooge del principio en la historia de Dickens. Por lo visto, mis fantasmas paganos me han transformado a la inversa. Tanto que cuando llego a la Puerta del Sol sólo digo: “BAH! HUMBUG!”

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