Haz click aquí para leer la introducción completa.
La historia hasta ahora:
Lunes: Aprendí a inspirar un gran miedo. Haz click aquí para leer la entrada completa.
VIERNES:
DESCARGANDO LA VIDA
Me levanto con
mucha vitalidad. Con la sensación de conquistarlo todo. Incluso habiendo
dormido poco… anoche conquisté mi mayor miedo. Después de eso, ya no hay
limitaciones para mi potencial. Mis quemaduras y el dolor de mis pies persisten.
Pero mi voluntad puede motivarme para caminar alrededor del mundo. En llamas
incluso. Ya no se trata del miedo a ser estafado por los taxistas. Veo
caminar como la disposición de los aventureros. Los héroes. Aquellos que mueren
con cicatrices y descubren cosas nuevas a cada paso. EL GREEN LANTERN CORPS. Y la
principal ley de la aventura: mientras menos recursos tienes, más cosas te
suceden. Es una cosa que lamentaba de estar en un hotel en lugar de un hostal.
Aunque estar acomodado no tiene nada de malo si te vas de vacaciones. Antes de
salir, visto mi camiseta verde y recargo mi anillo:
In Brightest Day
In Blackest Night
No evil shall escape my sight
Let those who worship evil’s might
Beware my power
Green Lantern’s Light!
En mi primera
salida, no pasa nada relacionado a la voluntad o el vitalismo. Pero me da una
idea de lo que quiero hacer ese día. Una de muchas fantasías que tenía cuando
era niño. Después de todo, ¿qué es la voluntad sino todos los deseos que
teníamos cuando éramos pequeños y no llegamos a materializar? Y las
construcciones mentales de mi anillo sólo me piden una cosa para Marrakech.
Montar en camello por las dunas.
Creo que todo el
mundo piensa en dunas cuando se menciona el desierto. Admito ser uno de ellos. Pero es algo muy lejos de
la realidad. El desierto suele ser tierra, roca y cacto. Aunque hay un sitio en Marrakech donde hay dunas y
camellos. Lo que se denomina “Le Circuit de la Palmeraie” o el Circuito del
Palmeral. Mientras que una gran parte del desierto es justo como lo maticé en
la realidad, mi guía me indica que hay una sección con dunas. Caminaré hasta la
entrada del Palmeral donde espero encontrar algún árabe con camellos.
Descanso hasta la
tarde. Pese a no tener miedo, necesito ahorrar energías para llegar caminando
hasta ahí. No me parece tan lejos en comparación a otros recorridos que ya
había transitado. Parece lo suficientemente simple. Tengo que llegar hasta la
Medina y subir la muralla hacia arriba. Por lo que no tiene reto o pérdida. Mi
única preocupación es que me cobren demasiado por los camellos. Tras mi
venganza de ayer, realmente me da igual.
Salgo alrededor
de las tres y media. El sol sigue brillando con pujanza pero es más tolerable
que el sol del medio día. Además dispongo de una botella de agua y sombra
por el costado derecho del Gueliz. Mis pies me siguen doliendo y una de mis
sandalias está rota en la parte superior. Recuerdo a Bruce Willis y su interpretación
de John McClane en Die Hard (Jungla de Cristal para los españoles). Me hacen
gracia las figuras como James Bond quienes, posterior a todas sus hazañas
heroicas, ni siquiera se despeinan. En Die Hard III, en cambio, John McClane
pasa toda la película de resaca y acaba deshecho físicamente; fatigado,
sangrando y cojeando. James Bond consigue mujeres hermosas sin intentarlo y
John McClane siempre tiene problemas con su mujer. Entre los dos personajes,
el verdadero héroe es el segundo. Lo triste es que todos queremos ser James
Bond. En otras palabras, nadie desea ser un héroe de verdad.
Me encuentro
cansado al llegar a las murallas. Aparte hay un marroquí en bicicleta que me
persigue. Me detiene. Seguramente para estafarme. Pero logro desprenderme de él
con la frase mágica: ¡NO TENGO DINERO! Empiezo a cercar la muralla hacia el
norte. Me encuentro con nuevas entradas y pasajes al interior. Mas me ciño en
todo momento en la corteza de la Medina. Es curioso que no haya ningún turista
haciendo la misma ruta. Como si soy el único loco, héroe o kamikaze en la zona.
Empiezo a acercarme a una sección comercial. Parecido a la Plaza Jamaa el Fna pero
más pequeña y sólo con marroquíes.
Empiezo a sentir miedo nuevamente.
Antes de entrar
en la parte comercial, un marroquí me susurra la palabra “Hachís”. Es algo
habitual y continuo en Jamaa el Fna. Me lo han dicho tantas veces, que ya me lo
tomo con gracia. Hasta el punto que cuando me dicen “Hachís” suelo responder
“Salud, Santé, Jesús, God Bless You, Gesundheit”… o alguna variación. En ese caso en particular, le digo en
francés: “No eres el tipo de camello que busco”. No sé si “camello” en Marruecos significa
narcotraficante como en España, pero el hombre del hachís se queda sin palabras
ante mi comentario. La situación me da tanta risa que pierdo el miedo a los
pocos instantes. Pese a ser el único turista que pasa por ahí, ningún vendedor
marroquí se me acerca. Me percato que la mayor parte de las sabandijas
mercenarias se encuentran en los sitios turísticos. Lo confirmaría en el
siguiente escenario.
Qward. El
universo de Antimateria. La Central de los “Grand Taxis”. En Marrakech hay dos
tipos: grande (grand) y pequeño (petit). Los primeros son de marca Mercedes y son más
caros. Los segundos son una mezcla de Ford Fiesta con Lada. Ambos son de color
beige. Mas, para el simbolismo de mi viaje, amarillos. Una debilidad para las
Linternas Verdes. Por esta parte de la historia, es obvio que son mis enemigos.
Especialmente hoy que predico el acto de caminar como heroísmo. Lo peculiar es
que ninguno de los que merodea por la zona ofrece llevarme. Y pierdo de vista a
otro enemigo amarillo: el Sol.
Ya no hay sombra en ningún sitio y el calor empieza a afectarme. Sudo parcialmente y me siento un
poco mareado. Decido parar en un restaurante
o café para descansar e hidratarme. El problema es que no lo hay. No encuentro
ningún oasis urbano en aquella zona. Mis pies también van a peor. Cada paso que
doy me produce mucho dolor. Poco a poco mi voluntad se va feneciendo y mi
anillo pierde su carga.
Llego a la
intersección después de cruzar un sitio ambulante y una Gasolinera sin tienda
de alimentos y bebidas. Siento que no puedo más. Pregunto en una farmacia y me encuentro con Ganthet, el Guardián del Universo, que me indica que debo pillar un taxi porque queda muy lejos. Ignoro el comentario y
sigo adelante. Después de todo lo que había caminado, no podía estar muy lejos.
Lo veo en mi propio mapa. Aunque no tengo certeza completa de donde estoy.
Reitero que en Marrakech no le ponen nombre a las calles. Mucho menos en
aquella zona. Estoy en un bucle. Afuera encuentro puestos de venta ambulante de chatarra y fruta conduciendo a una nueva entrada a la Medina vía la muralla. Al otro lado hay un
callejón similar al de Mulholland Drive en Los Ángeles. Perpendicular a las dos
hay un puente que cruza sobre una ribera seca. Después de deambular a mitad del
camino en las tres direcciones, opto por la cuarta opción: seguir la muralla
por un desvío de la primera sección.
Vuelvo a
encontrarme con la muralla antigua más adelante. Hasta entonces la sustituía
una más actual y menos estética. Cuando cruzo en el desvío, descubro otro
presagio de la Noche Más Oscura. Se trata de un cementerio rodeado por un muro
sin un acceso visible. Descubro que es un cementerio por los agujeros grandes
que se dispersan aleatoriamente por el mural. Un símbolo de la existencia: No importa
cuanto cuides tu muro vital, inevitablemente se le abrirán agujeros de muerte.
Me detengo en un
banco a la sombra para beber la poca agua que me queda. Me echo un poco en la
cabeza. Está caliente y no me refresca como espero. Mientras descanso, me
percato de una construcción árabe más actual donde puedo vislumbrar palmeras y
otro tipo de vegetación al otro extremo. Las puertas están cerradas. Pero me
acerco igualmente. Toco la entrada a Jurassic Park y me contesta algo parecido
a un dinosaurio. Un marroquí que ni siquiera comprende lo que digo. En realidad, es otro Guardián. El traidor, Scar. Quien no me permite acceso a la vida. Le pregunto
por el Palmeral y me responde negando con la cabeza. Incluso pienso que pueden
haber dinosaurios dentro. Pero estoy a salvo por el Ramadán. Aprovecho para
visitar un lugar similar más adelante. Esta vez encuentro al Guardián Ranakar que me dice lo mismo que Ganthet: pilla un taxi que queda demasiado
lejos andando. La fatiga, la deshidratación y no encontrar el maldito Palmeral
me convence. Mi anillo tiene poca carga. Yo tengo poca carga. Decido
pedir un taxi.
En aquella etapa
de desesperación, mi única duda es pillar un taxi para el Palmeral o irme al hotel directamente. Elijo lo primero ya que no puedo soportar que todo mi viaje haya
sido en vano. Mientras espero que se asome alguno, el superhombre marroquí, un
niño de la zona, me dice, “Monsieur” acompañado de unos pulgares arriba. No sé
a qué se refiere específicamente, pero lo interpreto como un gesto de
apreciación de toda mi lucha.
Nivel del anillo al 23%
Paro un petit
taxi y regateo hasta diez dírhams para que me lleve al Palmeral. Esta vez no
siento temor alguno. Mientras avanzo, tengo curiosidad de qué tan cerca me
encuentro de mi objetivo. Resulta que los dos Guardianes a los que interrogué tenían
razón. Estaba demasiado lejos. No hubiera llegado sin un taxi. El taxista es
muy introvertido, amable y no parece el típico estafador mentiroso de
Marruecos. Me lleva justo a los camellos y el encargado del negocio.
Desde que salí del hotel, me visualicé con mi chilaba y la camiseta verde como
turbante. De momento la segunda sigue debajo de la primera. No obstante se me
quita esa necesidad cuando veo al encargado, Kilowog, vistiendo una camiseta
verde en la cabeza. El símbolo de la voluntad. Aunque lo que me dice me
sorprende y me decepciona a la vez. Se ríe cuando le menciono las dunas. Me
dice que no existen. Le muestro el mapa en mi guía y me señala que estamos
cerca del sitio de las presuntas dunas. Pero no existen. Me ofrece doscientos
veinte dírhams por una vuelta de camello de media hora. Sólo logro regatear
hasta los doscientos. Admito que tiene más voluntad que yo. Es el entrenador de
los Green Lanterns. Lástima que no tengo la mía en la cabeza como él. Pude
haber llegado a los ciento cincuenta. Son las cinco. Acuerdo con el taxista
para que vuelva a las cinco y media.
El camello se
arrodilla tras las órdenes de Kilowog. Me subo al dromedario un poco más adelante
de la joroba. El camello vuelve a ponerse en pie sin previo aviso. Casi me
caigo. Kilowog me pregunta si tengo una cámara para tomarme una foto. Le
respondo:
-Me gusta
recordar las cosas tal y como las tengo en mi cabeza. No necesariamente como
sucedieron.
Mi comentario le
parece extraño. Me resulta inusual hasta mí. Lo plagié de Lost Highway de David
Lynch. Una frase bonita. Pero en el contexto profundo se trata de la locura
misma... la locura misma. El camello está atado a una soga que Kilowog
encomienda a mi guía, Tomar-Re. Kilowog
se queda atrás y Tomar-Re tira del camello por el Palmeral. El desierto realista. Piedra, tierra, y en
lugar de cacto, palmeras. Alcanzo ver una casa berebere con animales de granja.
No es lo que me imaginaba, pero me basta. Siento serenidad en el silencio del
desierto. Mi guía irónico sólo me dice dos frases durante todo el
recorrido. Vuelve a preguntarme si tengo
cámara. Esta vez le digo que la olvidé en el hotel. Lo segundo viene de mi propia
boca. Le pregunto nuevamente por las dunas. Tomar-Re me dice que sí existen.
Cuando le pregunto dónde, no me responde. Ni se me pasa por la cabeza insistir
en el tema. Puesto que me viene una gran epifanía en ese momento. Y no tiene que ver con camisetas, dunas,
taxis o camellos. Consiste en lo siguiente:
La vida se rige
por mitades. Por muy fuerte que sea una voluntad, nunca conseguirá la totalidad
de lo que quiere. Y si lo hace, el sueño que materializa se quedará a una
mitad de sus expectativas. Sencillamente porque la totalidad de la totalidad
implica la ausencia del sentido.
Vuelvo al inicio
con los demás camellos. Kilowog ya no tiene la camiseta verde en la cabeza.
Sólo confirma mi teoría. Le pago la cantidad pactada. El taxista llega
puntualmente. Me despido y emprendo ruta
hacia el hotel. El taxista enciende el taxímetro sin que le pida nada. Me cobra exactamente lo que pone cuando
llego. Veinte dírhams. Por lo visto no
todos son estafadores. ¿O era acaso una construcción de mi anillo? Paso por el
supermercado a comprarme dos zumos para recargarme. Mi única duda es si la
noche que cae al poco tiempo me drenará con mayor que velocidad que el día.
Enlaces:
Green Lantern Corps Wiki: http://es.wikipedia.org/wiki/Green_Lantern_Corps
Frases de la voluntad: http://www.proverbia.net/citastema.asp?tematica=101
La voluntad: http://www.tusuperacionpersonal.com/voluntad.html
El Palmeral de Marrakech: http://www.mundocity.com/africa/marrakech/palmeral.html
Enlaces:
Green Lantern Corps Wiki: http://es.wikipedia.org/wiki/Green_Lantern_Corps
Frases de la voluntad: http://www.proverbia.net/citastema.asp?tematica=101
La voluntad: http://www.tusuperacionpersonal.com/voluntad.html
El Palmeral de Marrakech: http://www.mundocity.com/africa/marrakech/palmeral.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario