La Anacrónica: simbolismos, viajes, aventuras, mitos, paganismo, locura y alcohol
viernes, 19 de abril de 2013
sábado, 2 de febrero de 2013
LOS CÓDICES CONDENADOS: EL BAKTÚN
ESTELA QUINTA
31 de diciembre de 2012
De repente, veo todo verde... y es fin de año. No del calendario
maya. Kukulkán me ha enviado a noche vieja. La segunda parte del final. La
conclusión del calendario gregoriano del 2012. Ya no estoy en Tikal. Me
encuentro en Antigua Guatemala. En casa de mi tía Madeleine y mi tía Michelle
con mi madre. No recuerdo como llegué ahí. Pero el planteamiento del dios maya
sigue dando vueltas en mi cabeza. La segunda oportunidad. Algo que no he
visto en mis anteriores códices. Un detalle crucial que se me ha escapado.
Puede que Kukulkán sea mi guía espiritual. Aunque es mi ingenio que
debe ubicar donde está el simbolismo que me conducirá al secreto. En aquel entonces,
no lo encuentro. Salvo que la arquitectura clásica de la Antigua me da
escalofríos. Terror puro. ¿Será mi inspiración para encontrarlo?
Todo me resulta claro desde ese momento. Sobre todo cuando mi tía
Michelle menciona que nos encontramos en el Barrio de la Candelaria. Famoso por
la cantidad de relatos sobre las Leyendas de Guatemala. Por tomármelo con gracia, nunca me percaté en Tikal. No podía verlo... sin el miedo... algún mal que ya está en el mundo. Uno que salió desapercibido en el Baktún. Reconozco que
encontrarlo no va a ser fácil. Pero al menos ya tengo la pista que me conducirá
a este mal. Las Leyendas de Guatemala. Al menos rastros de las mismas. Sé que si
las encuentro todas, se abrirá un portal, me vendrá la epifanía o muera en el intento. Es mi destino. Como Elegido del Final. Aunque sigue
sin quedarme claro si he venido a salvar el mundo o a condenarlo. Emprendo rumbo
por las calles de Antigua Guatemala para atestiguar este fenómeno. Cazando simbolismos de las leyendas con mi cámara de fotos.
LA LLORONA
Cuenta la historia de una mujer llamada María. Vivía
con un esposo adinerado en la capital de la Guatemala antigua. Una
Cazafortunas. Ama de casa que atendía el hogar y despilfarraba el dinero de su
esposo. Su avaricia pasaba a la soberbia. Y se contemplaba frente al espejo
manipulando a su cónyuge para concederle cuanto quisiera. Su soberbia pasó a la
lujuria. Y conoció un mozo que compartía su lecho cuando su marido salía a
trabajar. De tanta aventura y pecado, quedó embarazada. Algo, que dentro del
mundo prestigioso de la época, implicaba que la gente de su estrato social la acabara
rechazando. No podía correr ese riesgo. Por lo que pretendía decirle a su
marido que era hijo suyo. Lo nombró Juan de la Cruz.
Todo parecía ir bien por
unos años. María se calmó un tiempo. Cuidaba de su hijo y de su marido como era
debido. Mas pronto volvió a su rutina pecadora. Y justo entonces, el mozo que
antes compartía su lecho, se enteró de la verdad y amenazó con contársela a la
comunidad. En vez de afrontar su vida pecaminosa, María ahogó al niño Juan de
la Cruz en el Río Pensativo. Salvó su reputación y nunca descubrieron el
crimen. Hasta su muerte, cuando Dios la condenó a vagar la Tierra buscando a
Juan de la Cruz. “¡Ay, mi hijo!”, grita a lo lejos cuando está cerca y cerca
cuando está lejos. Vestida de luto con un velo tapándole el rostro escalofriante.
Dice llevarse a gente solitaria que, como ella, vivieron una vida dedicada al
pecado. Atraída por el agua de piletas, fuentes y ríos. Y yo he estuve frente al Río
Pensativo cuyo arroyo diminuto infiere que el manantial encarna las propias lágrimas
de María.
SIMBOLISMO LLORONA p |
EL CADEJO
Se trata de un perro fantasmagórico que nos protege o
nos guía a la perdición. Por este motivo hay dos tipos de cadejos. 1) Un joven
trasnochador llamado Carlos vivía en un terreno del Calvario con su mujer.
Siempre que volvía tarde por las noches, se encontraba con un perro. Grande, níveo, lanudo y con cascos en los pies como un caballo. Nunca dejaba que Carlos se
acercara. Gruñía y se marchaba al poco tiempo. Esto sucedía todas las noches. Y
su mujer decía que nunca había visto un perro en la puerta como aquel que
describía. Carlos se negaba a aceptar que era una alucinación. Por lo que una
noche, se dispuso a seguir al extraño animal. Mas nunca lo logró alcanzar. Como
si desapareciera en pleno aire a la distancia. Se trataba del Cadejo Blanco. El
que protegía a la mujer de Carlos cuando estaba trabajando.
2) José había estado
bebiendo con sus amigos durante todo el día. Tanto que acabó tirado en la calle
por la noche. Cuando despertó, sus amigos ya no estaban. Pero había un
perro negro y peludo con ojos de fuego a su vera. Le pasaba la lengua por la
boca en cuanto despertaba. Se levantó con suma dificultad y empezó a callejear
por el Barrio del Calvario. Detrás de él iba el perro haciendo ruido con sus
casquitos de cabra. En camino a su casa, unos ladrones intentaron
robarle todo. Pero el gran perro lo defendió y lo llevó hasta la puerta de su
casa. Después de aquel día, el perro negro lo siguió durante nueve noches
seguidas. Desde que lo marcaba con aquel lamido en los labios. Luego
desapareció. Pero José no pudo dejar la bebida nunca. Por mucho que lo
intentara. Hasta que murió por borracho y el Cadejo Negro volvió para acarrear
su alma al Infierno. Ubiqué un Cadejo justo después de comprar cerveza en una tienda del Calvario.
SIMBOLISMO CADEJO p |
EL CARRO DE LA MUERTE
Después de una larga jornada en el campo,
Mario se dirigió a su casa en la ciudad. Estaba anocheciendo y caminaba
deprisa para que la oscuridad no se le echara encima. En esa época, era común
que hubieran carros o carruajes tirados por caballos. Pero aquel que escuchaba
Mario era muy distinto. Parecía que se acercaba pero nunca llegaba. La espera
resultaba tan interminable que Mario se quedó dormido en el parque. Al
siguiente día, le contó el incidente a su amigo Jorge. Le mencionaba éste que
su historia se asemejaba a la leyenda llamada “El Carro de la Muerte”. Mientras
que Jorge lo reconfortaba diciendo que sólo eran cuentos, Mario no se tranquilizaría hasta confirmarlo. Con lo cual volvieron esa noche al mismo lugar.
En
lo que hablaban sobre banalidades cotidianas, Mario empezó a percibir el mismo
sonido que había escuchado la noche anterior. Nuevamente, parecía interminable. Hasta
de pronto callarse. Y no había carro de algún tipo en el camino principal. En
lo que los dos amigos intentaban especular sobre este fenómeno, se giraron al
mismo tiempo. Viendo sobre el césped moribundo un carruaje tirado por caballos
con un conductor zombificado. Negros los tres. Los ojos moribundos del conductor se
centraron en ambos. Y los dos amigos se desmayaron. No fue hasta el siguiente día que Mario
despertaba en su casa. Pero Jorge había desaparecido. Dado que el Carro de la
Muerte sólo se llevaba a aquellos a quienes les había llegado su hora. Localicé
mi propio Carro de la Muerte en el Parque Central de la Antigua.
SIMBOLISMO CARRO DE LA MUERTE p |
LOS PENITENTES DE LA RECOLECCIÓN
En el Barrio de la Recolección, dicen escucharse encadenados moviéndose a las doce de la noche. Son ánimas castigadas en la tierra para purgar sus pecados. Todo el mundo solía rehuirlos. Salvo un chico llamado Luis. Desde 1917 tras la primera aparición de los Penitentes, ya existía la superstición en la Recolección que nadie saliera después de la media noche. Pero la curiosidad de Luis superaba su miedo. Por lo que salió en solitario para ver lo que ocurriría. Justo a las doce, encontraba a varias personas encapuchadas vestidas de negro. Se flagelaban y vociferaban coros en un idioma que no había escuchado jamás. Uno de ellos se acercó a él para entregarle una vela. Le dijo que volvería por ella a los tres días y que se la guardara hasta entonces.
Luis mantuvo su promesa y guardó la vela en un cofre. Durante esos tres días, empezó a padecer numerosas enfermedades. Unas que ni siquiera los médicos sabían por nombre. Pese a su condición, Luis se dispuso a salir el tercer día a las doce de la noche con la vela en mano. Pero justo al encontrarse con el Penitente que se la entregó, se percató que ya no era una vela. Sino hueso. Y, por tanto, el Penitente tiró de su brazo para unirle al grupo de ánimas malditas como otro encapuchado más. Logré capturar una réplica turística en el Barrio de la Recolección.
SIMBOLISMO PENITENTES p |
LA TATUANA
Hace muchos años, en la época colonial, había una
joven y bella mujer a quien llamaban Manuela, la Tatuana.
Disfrutaba de los placeres de la carne y la vida de lujos. Cosas que no
estaban bien vistas en aquella sociedad recatada y religiosa. Por ello, acusaron a
Manuela de brujería y de hacer maleficios para conseguir a los hombres. Se le
acusó de codicia y de no seguir los preceptos de la Iglesia. Por todas estas
razones, fue juzgada por la Santa Inquisición y sentenciada a muerte. La Tatuana
se negó a recibir confesión de sus pecados antes de morir.
Cuentan que la noche
anterior a su ejecución, pidió como última voluntad un trozo de carbón, unas
velas y unas rosas blancas. Con estas tres cosas hizo una especie de altar
donde practicó una hechicería. Utilizó el carbón para pintar en la pared una
gran barca mientras recitaba conjuros. Se le apareció el mismo Diablo quien la
sacó de su celda en la barca que había dibujado. Pero con un precio.
Puesto que la Tatuana serviría al Príncipe Oscuro desde entonces. En esa barca. Llevándose al Infierno a todos aquellos que salieron impunes de sus crímenes como ella. Se
dice que tiene la apariencia de una muerta viviente y aparece en las costas durante la época lluviosa. Encontré un simbolismo de la Tatuana en el Cementerio de la Recolección. En la primera foto hay tres mujeres representando el 666 del Diablo; dos juntas y una de espaldas al faro de luz a la izquierda viendo las tumbas. En la siguiente foto, que tomé segundos después, ya no estaban ninguna de las tres. La referencia temporal son las cuatro personas del fondo.
SIMBOLISMO TATUANA PARTE 1 p |
SIMBOLISMO TATUANA PARTE 2 p |
LA SIGUANABA
Hay muchas versiones de esta leyenda. Por lo que voy
a unificarlas en una sola. Se trata de una mujer de descendencia indígena
llamada Sihuehuet. Un nombre que significa “Mujer hermosa”. Pese a sus
orígenes, su aspecto físico difería considerablemente de los rasgos mayas. Era
alta, blanca, voluptuosa con el cabello oscuro y ojos verdes. No había hombre
en el pueblo que no buscara su belleza. Pero los rechazaba a todos. Puesto que
buscaba a su único y verdadero amor. Hasta entonces, había sido un caballo sobre
el que montaba todos los días. Amaba a ese animal como la vida misma. Pero ni
siquiera ese caballo podía eximirla del desamor que sentía en su pecho. Por lo
que buscó el consejo del chamán del pueblo. Para su sorpresa, le desveló que era
descendiente directa de los dioses mayas. Agregó que el amor de su vida era como ella
y vivía en el campo. Su nombre era Tlaloc. Fue en su búsqueda y se enamoró al
instante. El único problema era que Tlaloc no sentía lo mismo. Era un mujeriego
y no ocultaba la infidelidad a ninguna de sus amantes. Sihuehuet, en especial, no podía soportar los celos. Al punto que visitó nuevamente al chamán quien le
prometía hechizarlo para que sólo la deseara a ella. Lo único que le pidió fue
unas matas de escobilla y la sangre muerta de su caballo. Puesto que era el
sacrificio de aquello que más quería. Y Sihuehuet lo hizo. Con mucho dolor. El chamán
hizo un ritual y le avisó que el conjuro se cumpliría una vez llegara la media
noche.
Coincidió que antes de esa hora, había quedado con Tlaloc para dar un
paseo romántico por el bosque. Llegaron a un río donde se bañaron e hicieron el
amor. Tras consumir su pasión, Tlaloc le confesó a Sihuehuet que se casaría con
una chica adinerada del pueblo. Pese al conjuro, los celos de Sihuehuet estallaron en aquel
momento. Mató a Tlaloc con una piedra y lanzó su cadáver al barranco cercano.
Por ello, los dioses la castigaron como la Siguanaba o Mujer Horrible. Confinándola a manifestarse
sólo en ríos, fuentes o piletas para que recordara su crimen. Esto no hacía más
que consumirla más en celos. Con lo cual atraía a otros mujeriegos con su cuerpo desnudo
para luego lanzarles al barranco semejantemente. Y debido al conjuro
incompleto, se quedó con el rostro de un caballo el cual tapa con su pelo hasta
atraer a sus víctimas al barranco. Salvados, exclusivamente, si lograban tirar
de las matas de escobilla que encarnan sus cabellos. En Antigua, suele
aparecerse en la Fuente de la Merced; donde sólo logré capturar a una víctima potencial.
SIMBOLISMO SIGUANABA p |
EL SOMBRERÓN
Había una mujer llamada Celina a quien pretendían
muchos hombres por sus largos cabellos y ojos grandes. Pero ella hacía alarde
de sólo uno. Un cantante misterioso que se ponía frente a su ventana para darle
serenatas. Sólo podía ver sus cuatro mulas atadas con cubetas de carbón, una
guitarra pequeña y un gran sombrero que le tapaba el cuerpo entero. Llegaba
todas las noches. Y cantaba y cantaba, “¡Ay, ay! Pronto cuando se vaya voy a
llevarle el pañuelo de mis lágrimas y mis suspiros”. La última frase de todas
las noches.
Celina estaba enamorada. Tanto que un día salió a su encuentro.
Para su sorpresa se trataba de un duende con un rostro palidecido y globos
oculares negros. Celina había caído bajo su encanto y el Sombrerón le expresaba
su amor sincero. Ató trenzas a todos los caballos del establo como tributo a
su enlace. Imposibles de desatar. Al punto que los trabajadores tuvieron que
cortarlas. Estaban todos los caballos muertos el siguiente día. Fue entonces
que los padres de Celina se percataron que el Sombrerón había cortejado a su hija. Decidieron ingresarla en un convento para salvarla. Pero no sabían que el Sombrerón debería cantarle
todas las noches para conservarle la vida. Y por ello, Celina murió de tristeza la siguiente mañana. Por lo que el amor del duende era, en realidad, una
sentencia de muerte. Afortunadamente, descubrí al Sombrerón en la Merced cortejando a una chica
con un sombrero minúsculo para ocultar su identidad.
SIMBOLISMO SOMBRERÓN p |
LA NIÑA DE LAS IGLESIAS
La Iglesia de la Candelaria era una
construcción formidable y la gente en su época la visitaba a menudo. Un Cura
forastero era un gran admirador del templo sacro e hizo todo lo posible para
ser transferido ahí. Pronto fue concedida su petición y se volvió el sacerdote principal de la Iglesia. Todo marchaba bien en un principio. La gente del Barrio de la
Candelaria lo conocía y se prestaba para ayudar a cualquier fiel que lo
pidiera. El Cura tenía sus recámaras en la Iglesia y prácticamente vivía ahí.
Mas había un incidente peculiar que dio inicio pasado el mes.
Empezó alrededor de la media noche cuando alguien tocaba las puertas de la
Iglesia fuertemente. ¡TOC, TOC, TOC! El sonido era alarmante y fuerte. Tanto
que el Cura se sorprendió encontrarse a una niña en las puertas. Tenía los ojos
rojizos y señas de quemaduras por todo el cuerpo. El Cura le preguntó que si estaba
bien y si necesitaba ayuda. Pero la niña sólo le pedía un vaso de agua. El Cura
obedeció y extendió su ayuda ofreciéndole refugio y cuidado. Pero
desde que le daba el vaso, la niña se iba en silencio. Sin beberse el vaso siquiera. La siguiente noche,
otra vez tocaban las puertas de la Iglesia. ¡TOC, TOC, TOC! La misma niña
aparecía pidiéndole lo mismo. Un vaso de agua. Nunca respondía a los demás
gestos caritativos del Cura. Simplemente se iba con el vaso. Esto siguió por
seis días más.
Y en el sexto día, el Cura tenía una pregunta preparada. Pues le
resultaba obvio que el vaso de agua no era para ella. Y así esa noche se
escuchó nuevamente la puerta. ¡TOC, TOC, TOC! Y el Cura, con el vaso en mano,
le preguntó a la niña, “¿Para quién es el agua?” Y la niña respondió, “Para mi
padre. Se está quemando”. “¿Y quién es tu padre?”, preguntó el Cura sin comprenderlo. “¡ES EL
DIABLO! ¡TOMA, PAPÁ!”, dijo la niña alzando el vaso a alguien detrás de él.
Cuando el Cura se giró, la Iglesia se estaba quemando. Volvió la mirada a la
niña pero ya no estaba y las puertas estaban cerradas. El Cura no logró salir y
se quemó dentro. Dicen que esta es la verdadera razón de por qué la Iglesia de la Candelaria
está en ruinas. En lo personal, logré tomar una foto por la noche donde los tres
seises de la hija del Diablo se manifestaban en mi camino en forma de luces. Hay dos seises arriba, uno abajo más brillante y residuos de la secuencia tirando hacia la Iglesia de la Candelaria.
SIMBOLISMO NIÑA DE LAS IGLESIAS p |
EL BAKTUNAHUAL
Rodrigo era un estudiante de periodismo que viajó a Petén para cubrir los eventos del Baktún el 21 de diciembre de 2012. Estando en el Parque de Tikal, le decepcionó mucho la escasa dedicación que le dieron a un evento patrio que
repercutía en el mundo entero. Se tomó la celebración con gracia. Salvo el
propio día. El 21 de diciembre. Cuando alrededor del solsticio de invierno, sentía cómo todo su cuerpo se moría. Como si padeciera de todas las
enfermedades existentes. El siguiente día, volvió a su carácter jovial e
indiferente. En su vuelta a la capital, se le apareció el dios maya Kukulkán en el aeropuerto.
Por lo visto, Rodrigo se había perdido un detalle crucial en la concepción maya
del Apocalipsis y la Nueva Era.
Todo empezó en el año nuevo gregoriano del 2012. Kukulkán había
mandado a Rodrigo de Tikal a la Antigua. Era el día 31 y Rodrigo tenía que
decodificar el mensaje de Kukulkán. Se trataba de las Leyendas de
Guatemala. Viajó por toda la Antigua buscando simbolismos. Y no sabía muy bien
por qué ni lo que pasaría una vez los encontrara. Encontró un simbolismo de cada leyenda pero el mensaje no le venía. Por lo que decidió tirar la toalla. Rodrigo estaba en la Antigua con sus dos tías y su madre.
Luego vino otra amiga y su abuela. Ahí pasó las doce. Un año nuevo muy peculiar.
No tanto por el hecho que Rodrigo solía salir de fiesta con sus amigos en estas fechas, sino
porque todo el tiempo le daba la sensación que no estaba ahí. La familia
hablaba entre sí. Pero nunca le hablaron a él. A la misma vez, Rodrigo se
sentía fuera de lugar en cada momento que pasaba. Tanto, que al llegar la
media noche, pidió permiso a su madre para irse a dormir. Ni siquiera le contestó. Y le daba igual. Su cansancio era como ninguno. Sobre
todo después de las doce.
Esa noche, Rodrigo tuvo el sueño más raro de su vida. Resulta que
era un maya justo en los cimientos de la civilización precolombina. El encargado de encontrar
sacrificios humanos para las deidades. Si no ubicaba a nadie en un tiempo
determinado, lo sacrificaban a él. Y en aquel sueño, no localizaba a nadie. El
tiempo se acababa y se encontró con un ente extraño en el bosque. Lo atacó sin
que este ser se diese cuenta siquiera. Luego lo llevó al templo donde fue
sacrificado. Extrañamente, el bicho se volvió una especie de reptil cuando le
mataron. Puesto que era un Annunaki sumerio que había tomado la forma humana de
los mayas. La sangre reptiliana que derramaban en el templo desencadenaba la
mayor maldad de todas. El color terrible de la brújula maya. El centro. La peor
dirección. Inactiva. Apática. Indiferente. El Principio del Final. VERDE. El tinte por el que se manifiesta. Un Infierno desde el punto de vista de Xibalbá. Puesto que
era la pura encarnación del mal. Algo que no podía ser detenido. Una leyenda
que los propios mayas temían en su Nueva Era. Aquello que los extinguió a ellos y luego extinguiría todas las civilizaciones. El Baktunahual.
Rodrigo se despertó como si se tratara de cualquier pesadilla.
Justo entonces recibió un mensaje en su teléfono. Era Hugo. Un amigo que le
había acompañado en su aventura por Tikal. Le resultó extraño que el mensaje
hacía referencia a un encuentro con él la noche anterior. Poco después, recibió
un mensaje de su padre con fotos haciendo referencia a lo mismo. Para él no
tenía sentido alguno. Puesto que sus progenitores estaban divorciados y no había
manera de justificar que su padre hubiese llegado a la casa de sus tías con su
madre. Y viendo las fotos, se daba cuenta que había estado en otro lugar a las doce. Era él físicamente. Pero no lo era
en todo lo demás. Las conductas descritas lo asustaban. Era una réplica de él. Una
réplica malvada. Como si un fragmento de maldad de cada leyenda que había cubierto se aglomeraba en su ser para liberar la peor plaga de todas. Rodrigo rezó a Kukulkán para que se lo explicara. Y apareció
el dios maya para comunicarle el gran secreto.
La intención del dios nunca fue encontrarle un sentido al Baktún. Más bien era para que Rodrigo se percatara que estaba muerto desde el 21 de diciembre.
Aquel día que sentía todas las enfermedades abatirle. El Baktunahual. Quien le
había quitado su identidad. Destruyendo toda su vida. Mientras que él contemplaba su caída como
un fantasma. Peor que el Infierno de fracasar era verse a sí mismo fracasar sin
poder hacer nada al respecto. Pecando de la manera más terrible. Contra gente extraña
o seres queridos. Daba igual. Puesto que el Baktunahual era la encarnación del
Final. Y era apenas el principio. Un mal accidental creado de antaño y que
a partir del 13 Baktún iba brotar como una semilla apocalíptica. Creciendo todo un año
en Rodrigo. Hasta el día 21 de diciembre de cada año consecutivo. Cuando cambiaría de huésped como un virus. Regándose y esparciéndose para contaminar toda la humanidad. Concluyendo en el próximo Baktún. Cuando ya no existiría persona alguna. Era, pues, el exordio decadente de la Nueva Era del Apocalipsis.
SIMBOLISMO BAKTUNAHUAL p |
miércoles, 9 de enero de 2013
LOS CÓDICES CONDENADOS: LA NUEVA ERA
ESTELA CUARTA
22 de diciembre de 2012
Son aproximadamente las seis de la tarde y estoy en el
aeropuerto de Flores esperando mi vuelo para la Capital. Que borrachera tengo.
Lo suficientemente coherente para funcionar dentro de la burocracia aérea pero
no lo suficientemente sobrio para evadir el delirium tremens. Sigo pensando que la siguiente historia es una alucinación de mi estilo de vida crápula. El hecho es que se me sienta
a la par una serpiente emplumada con rostro humano. Más que a un maya, se parece
a Morgan Freeman.
-No soy quien cree que soy- me dice la serpiente emplumada.
-Ciertamente- le respondo escudriñando con los ojos-. Pero me
encantó su actuación en Seven.
-Me refería a Quetzalcoatl.
-¿Quetzalquién?
-Soy Kukulkán.
-¿Kukulcómo?
-Me habían dicho que era una persona culta.
-Hoy no, señor Freeman.
-Vamos a ver… Quetzalcoatl es mi nombre tolteca. Pero en
territorio maya, soy Kukulkán. No quería que hubiera confusión.
-¿Confusión? Para nada. La próxima vez manifiéstese con un
traje de Batman y nos ahorramos las explicaciones.
- ¿No me cree?
-Si lo que quiere es que le lleve un paquete a Guatemala, la
seguridad del aeropuerto lo prohíbe. No es que me importen las leyes humanas,
pero tampoco quiero que me metan en el cuartito con usted.
-Soy el auténtico dios Kukulkán.
-Y yo el auténtico dios Cronos. Deberíamos empezar una
banda.
-¿Lo han dejado a usted también?
-¿Quiénes?
-Los alienígenas.
-Creo que me metieron LSD en el atol de elote.
-Me quedé dormido para el Baktún.
-Que suerte. Yo tuve que verlo.
-Hoy los alienígenas se llevaban a los elegidos de la Nueva
Era. Perdí mi vuelo al Planeta X Nibiru y por eso estoy aquí. Debería venirse conmigo.
-Sólo si me deja el asiento del pasillo en el OVNI.
-Me sorprende que no le hayan avisado sobre la Nueva Era.
-Soy el dios castigado del tiempo. A mí sólo me mandan
notificaciones del Apocalipsis.
-Supongo entonces que estuvo en Tikal hoy.
-Efectivamente.
-Me podría contar lo que sucedió. Realmente quiero saber si
merece la pena irme o no. Usted, como elegido del Apocalipsis, puede decirme si
hay algún futuro para la humanidad.
-Es complicado. Verá usted, quedé con otros dos dioses. Loki
e Isis. El primero pensaba que se trataba del Ragnarok y decidimos echarnos unos
tragos para celebrarlo. Isis, en cambio, era más ambigua. Puesto que estaba en
su poder dar la vida y la muerte, quería confirmar si era el Apocalipsis para reiniciar el mundo o la
Nueva Era para apagarlo.
-¿Cómo llegaron hasta Tikal?
-Pues en Tuc Tuc no se podía. Con lo cual me vi obligado a pedirle prestada la Carroza del Sol a Helios. Por eso estaba nublado. Loki conducía, yo ponía la música
e Isis escuchaba nuestro diálogo insano en el asiento de atrás.
-¿Qué tipo de música ponía?
-Pues música del fin del mundo.
-¿Estilo una Noche en el Monte Calvo de Mussorgsky?
-Más bien estilo The Final Countdown de Europe. Alrededor de
ese tiempo, paramos en el Jardín del Edén. Los ángeles estaban armados hasta
los dientes. Pero al menos bebíamos litros de ambrosía para desconectar.
-¿Ambrosía?
-Cerveza Gallo. De hecho tenían
muchos gallos detrás del Edén. Creo que los ordeñaban y estábamos bebiendo
cebada sin pasteurizar.
-¿Bebió mucho?
-Le soy franco- comento con un tono burlesco-, le dije a
Loki que tendríamos que llenar la Piñata de Spiderman con botellas de minibar para colarlas en Tikal.
Me río a carcajadas. Kukulkán se me queda mirando con odio en su ojos. Me pongo serio ante su expresión.
-Pero no, no, no- digo intentando rectificar mi comentario-,
no lo hicimos. En serio. Que el mundo se acabe si no es cierto.
-Aparte de lo obvio-me dice Kukulkán cruzando los brazos con cierta
aversión en su voz-, Loki no tuvo que haber bebido y conducido. Pudieron haber tenido un accidente.
-No se preocupe. Íbamos en la Carroza del Sol. Como mucho incitamos la Alineación Galáctica.
-No me extraña.
-Pues al poco tiempo de entrar en el parque, nos encontramos
con unos pisotes mareros.
-¿Pisotes mareros?
-Si ataca a uno, lo atacan todos. Nos dijeron que era el
Apocalipsis y que iban a conquistar la humanidad. ¡Era una plaga, señor Kukulkán!
Tan sólo con su presencia nos mandaban el mensaje que estábamos bien pisados.
-¿Tiene una foto de eso?
-¿Y usted que estaba haciendo durante todo esto?- me
pregunta la serpiente emplumada.
-Pues destruir templos- le respondo con frialdad-.Vuelva a
presionar el botón. Aquí estoy con Loki
devorando el Gran Jaguar:
-Aquí estoy con Isis destruyendo el Templo Tres:
-Una cosa- me dice Kukulkán perdiendo la paciencia-. ¿Documentó
alguna referencia a la Nueva Era?
-Pues, vamos a ver- digo reflexionando ante su comentario-. Me
enteré que Isis y yo teníamos el mismo cumpleaños. 19 de octubre de mil
novecientos Caos. Supongo que es una alusión a la Nueva Era.
-¿Qué más?
-Luego nos perdimos. Loki nos guiaba hacia la salida. Pero,
por ser el dios del engaño, acabamos adentrándonos más en la selva. Y ni siquiera en el Mundo Perdido. Acabamos en
un templo muy extraño. Abandonado. No había ni gente. Un mono araña nos
presentó un acertijo y nos amenazó con tirarnos caca si incumplíamos.
Afortunadamente había un murciélago en el templo que lo espantó con sus
chillidos. Creo que lo había dejado su mujer. Y luego los Annunakis de la
selva. ¡Ufff! ¿O eran velociraptors mandados por la Bruja de Blair?
-¿Qué tiene que ver esto con la Nueva Era?
-Pues… nada. Pero, a ver, a ver, ¡AH, SÍ! ¡Ya lo recuerdo! ¡La
última foto! Vaya hasta el final.
-Tranquilo. Ni pienso ver las fotos de su última
descripción. Es ésta supongo:
-¡Esa misma!- grito con euforia-. ¡El último maya! ¡La última
esperanza! ¡Si habrá una Nueva Era, señor
Kukulkán!
-¿Dónde está el último maya ahora?- me pregunta poco
convencido.
-Se lo comieron los velociraptors. Que irónico, ¿no? Que una
especie extinta extinga a otra.
-¡Y no me decía hace unos segundos que había una Nueva Era a
causa del maya!
-Eh, no se altere. Que lo importante es participar.
-¡Cállese! ¡Es usted un sinvergüenza! ¿Cree que me puedo quedar
con una historia así?
-Pues váyase con los alienígenas. Seguramente tienen mejor conexión a Skynet.
-Tampoco puedo irme. No así.
-¿Qué quiere que haga?
-Lo voy a mandar a otra dimensión para que vuelva a
documentar el principio o el final. En su nuevo entorno, tendrá que decodificar el mensaje simbólico para hacer su anacrónica. Podrá elegir a uno de los personajes de sus códices anteriores para ayudarlo. Sólo uno. Y al final, tiene que darle un
sentido digno a todo lo que ha sido el Baktún. ¿Una Nueva Era o el Apocalipsis?
-¿Y qué le hace pensar que voy a comprometerme a eso?
-Le doy cinco quetzales.
-Acepto.
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