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MIÉRCOLES: EL SULTÁN NARANJA
Qué locura… ¿cuánto dinero me habré gastado anoche? Es lo que tiene perder el amor, la compasión y la esperanza. Auto-destrucción. Me percato que gastar dinero es otra forma de morir. Desde el punto de vista del darwinismo social, la pobreza equivale a la extinción. Tengo que apretarme el cinturón un poco. Sobre todo para ir a la parte más mercenaria de Marrakech: la Plaza Jamaa el Fna.
Decido caminar
nuevamente. Esta vez no es por esperanza, conocimiento o heroísmo.
Sencillamente no quiero gastarme más dinero. Visto la camiseta naranja de la avaricia y me coloco la chilaba encima.
Pese que ayer se trataba de un simbolismo allegado a Superman y las kriptonitas,
encuentro uno mejor esta mañana: La Noche más Oscura. Tiene todos los colores del
Espectro Emocional. Salvo dos. El amarillo y el rojo. Uno de ellos ya lo había
vestido y el otro estaba pendiente de percibir. No sé qué significa su ausencia en la chilaba y qué pasará si la
visto con un color que no aparece en ella. El hecho es que no lo podía saber
hasta sentirlo y vestirlo.
Salgo del hotel a
las nueve de la mañana. Camino por la Avenida Mohammed V (ayer transité la
avenida Mohammed VI). El hábito de caminar se me da fácil. Aunque tampoco
implica que es cerca. Camino y camino.
Cruzando calles al estilo marroquí. Da igual que haya semáforo o vía libre para
el peatón. Se atraviesa viendo a la izquierda, avanzando hasta el centro,
viendo hacia la derecha y cruzando hasta la otra acera. Hay que ser muy
cauteloso al cruzar cualquier calle. Incluso en las pequeñas te sorprendende
una moto o un ciclomotor.
Alcanzo la Plaza 16 de Noviembre y descubro un ambiente más turístico. En realidad, franquicias americanas como McDonalds, Pizza Hut y KFC. Empiezo a imaginarme la Plaza Jamaa el Fna como otro producto de las multinacionales y la globalización. No tardo mucho en llegar a las murallas de la Medina. Me adentro en el casco viejo. Sigo andando hasta encontrarme con la Mezquita de la Koutubia. Un esplendor arquitectónico para mí. Estoy demasiado acostumbrado a ver iglesias cristianas. No obstante, me llamaron más la atención los jardines anexos a la misma. Doy la vuelta a toda la obra musulmana hasta dar con ellos. Aprovecho para descansar de mi largo viaje a la sombra. Desde entonces, ya me vienen acosando tres marroquíes. Un aguador, un mendigo y un astuto que desea sacarse algo con su amabilidad. Ya tengo la voluntad para rechazarlos a todos. Curiosamente, todos aceptan mis negativas y no son insistentes. Pero no es eso lo que me preocupa.
Alcanzo la Plaza 16 de Noviembre y descubro un ambiente más turístico. En realidad, franquicias americanas como McDonalds, Pizza Hut y KFC. Empiezo a imaginarme la Plaza Jamaa el Fna como otro producto de las multinacionales y la globalización. No tardo mucho en llegar a las murallas de la Medina. Me adentro en el casco viejo. Sigo andando hasta encontrarme con la Mezquita de la Koutubia. Un esplendor arquitectónico para mí. Estoy demasiado acostumbrado a ver iglesias cristianas. No obstante, me llamaron más la atención los jardines anexos a la misma. Doy la vuelta a toda la obra musulmana hasta dar con ellos. Aprovecho para descansar de mi largo viaje a la sombra. Desde entonces, ya me vienen acosando tres marroquíes. Un aguador, un mendigo y un astuto que desea sacarse algo con su amabilidad. Ya tengo la voluntad para rechazarlos a todos. Curiosamente, todos aceptan mis negativas y no son insistentes. Pero no es eso lo que me preocupa.
En mi estancia
hasta ahora, me percato que tres cuartos de la gente a la que había pagado
nunca me da cambio. Cuando lo solicitaba, siempre me venían con una excusa; la
propina, no tengo, es el precio del aeropuerto, etc. Me irrita. Saber que me
están quitando mi dinero. Antes de salir esta mañana, había estudiado cada
moneda de dírham para no sentirme tentado a pagar con billetes por pereza. Se
clasifican en monedas de diez, cinco, uno, medio (o cincuenta) y veinte. No sé
si siguen bajando a diez, cinco y uno ya que no dispongo de ellos en aquel
momento. Pero una cosa tengo clara: no quiero que me estafen más.
Me dispongo a
entrar en la famosa Plaza. Mis expectativas y aquello que me imagino es
completamente distinto a lo que me encuentro. Ídem, mi experiencia en la
Menara. Cuando entras, hay varios taxistas y carros de caballos aparcados. Estos
últimos desprenden una peste que me remiten a mi niñez y al zoológico de mi
país. Meados y cagadas impregnados en el aire. Es una introducción a lo que
vería más adelante. Mi primera impresión cuando entro es de confusión, pues, no
sé si me encuentro en el lugar correcto. Me niego a preguntar. Más que todo
porque no quiero que me quiten mi dinero por preguntarlo. En mi guía había
leído que por la mañana la Plaza está llena de carros de fruta, cuentistas,
videntes, encantadores de serpientes, etc. Veo los carros de fruta solamente. Y
me imaginaba que serían más. Me pido un zumo de pomelo en uno de los carros.
Cuesta diez dírhams según el letrero. Le digo al vendedor en francés:
-Diez dírhams,
¿verdad?... Diez dírhams, ¡verdad!... DIEZ DÍRHAMS, ¿¡VERDAD?!
No me responde y
exprime los pomelos sin más. Por desgracia, no tengo los diez dírhams sueltos.
Me había comprado una botella de agua con los últimos que disponía en camino a la Medina. Le pago los
veinte y no me devuelve nada como de costumbre. Cuando aludo al precio con
irritabilidad, ¡me dice que costaba otros diez dírhams exprimirlo! Me bebo el
zumo de un trago, resoplo y me voy disgustado. Discrepo varios
puestos donde un grupo de marroquíes tocan instrumentos coloquiales. Busco el
café más cercano. En realidad, una heladería donde me pido una Coca Cola
negociando previamente el precio. Lo vuelvo a repetir tres veces. El camarero
que me atiende me pone cara de, “¿Y este loco?” Empiezo a escribir un poco
decepcionado. Tomo mi bebida con tranquilidad cuando un hecho a la distancia
llama mi atención. Un encantador tocando frenéticamente ante una cobra. El
tiempo pasa y me pido otra Coca Cola. También aparece un marroquí con varios
macacos. Me entra nostalgia por los personajes de mi novela,
Evolucionaria. Me voy de la heladería sin pedir helado. Finalmente me dan el
cambio correcto. Ya no hay ninguna duda en mi mente. Estoy en la Plaza Jamaa el
Fna.
Ubico la zona famosa de los Zocos. Ni me llama la atención adentrarme en ellos. No tengo interés por comprar algo, gastar dinero o aguantar la pesadez de los vendedores. Opto por ir al sur de la Medina donde se encuentra el único barrio judío. Apenas emprendiendo en este rumbo, percibo varios aromas y la música árabe que había escuchado previamente. Mas esta vez, proviene de las tiendas. Una cantidad descomunal de cintas y CDs a la venta. La peste de la entrada se reemplaza por el olor a especias. Polen aromático buscando flores sin condimento. Los vestuarios musulmanes mezclados con turistas de todo el mundo complementan el aspecto humano del lugar. Lo que me parecía irritante y decepcionante en un principio, resultó ser el ambientador general de un sitio que, a primera impresión, no tiene nada de especial.
Camino hacia el
sur por calles sin nombre. Aunque no me haya venturado en los Zocos, noto un
ambiente familiar por donde camino. Vendedores de especias, metales, alfombras,
música y pieles. Hay un momento que incluso atravieso una calle dedicada completamente
a la venta de accesorios para vehículos. Me percato que Marrakech mantiene el aspecto gremial de la Edad Media. Lo más importante a nivel personal es que ya no siento
ninguna especie de miedo a los árabes. Incluso sintiéndome perdido y sin
turistas como en aquellos momentos. Se lo debía a mis noches…
Por fortuna, la
Puerta de Bab Ag-Nou me vuelve a ubicar en el mapa. Contemplo la Mezquita de
la Kasbah y me tomo unos segundos para descansar en la sombra. Justo entonces,
se me acerca una mujer marroquí en una moto a preguntarme sobre las Tumbas
Saadíes. Le confieso que es uno de mis destinos. Percibe mi desconfianza y me
asegura que no es una guía falsa. Me orienta hacia las mismas y se va sin
pedirme nada. Me adentro en el callejón oculto que me señala y la vuelvo a ver
guiando a otros turistas. Es obvio que trabaja para el sitio. Sobre todo por haberme dicho que era gratuito y costaba diez dírhams. Lo pago con cierto resquemor y
accedo a las tumbas.
El sitio es
pequeño pero muy interesante. Aparte del detalle minucioso de la arquitectura
musulmana, lo que más llama mi atención es la temperatura del ambiente. No se
permite la entrada directa. Pero hay una especie de balcón invertido hacia
dentro donde se pueden contemplar las tumbas. La climatización en el interior es incluso
más agradable que el aire acondicionado de mi hotel. En ese momento, siento el
primer presagio a la Noche Más Oscura. Sencillamente, encuentro serenidad en el
clima de la muerte.
Mi siguiente
objetivo es el Palacio de Bahía. Mas, por las dialéctica de la aventura, derivo
en el Palacio Badí por accidente. ¡Y qué accidente más maravilloso! La entrada
cuesta diez dírhams como de costumbre. Esta vez le saco al dependiente el
cambio exacto. Otro dependiente me mira mientras cuento. Le sonrío. Es medio día y
el sol desértico me empieza a afectar. Comprendo finalmente la moda árabe y por
qué la mayor parte de los vestuarios cubren el cuerpo entero. Concretamente, la
nuca. Percatándome que el Palacio Badí
no dispone de ningún tipo de sombra, me quito la chilaba y la camiseta en un
espacio discreto. Ato la segunda a mi cabeza. Mi nueva apariencia árabe me
refresca. Aunque no caigo en que ahora tengo la avaricia en la mente. Y empieza
todo con la vista panorámica del Palacio. Estando ahí arriba, no me lo puedo
creer. Es de los pocos momentos de mi vida donde realmente deseo una cámara. Hasta ese momento, no me había sorprendido nada. Sería un recuerdo archivado en mi memoria para toda mi vida. Pero no es
suficiente. Quiero que sea… que sea... míooooooooooo. Me siento poseído por un egoísmo exagerado. Bajo a la
estructura central. A pocos pasos de salir, me tropiezo con una PIEDRA. En
realidad un fragmento antiguo del piso que desencajo del suelo por accidente.
-Tendrás que
pagar 5 millones de dólares- bromea un turista americano.
-¡Te lo has
cargado!- me mofa una turista española.
-Debería
quedármelo- respondo con cinismo.
-Sí- agrega la
última-, deberías.
Ni siquiera me lo
pienso. En cuanto la muchedumbre turista se escapa de mi vista, meto la PIEDRA
en mi bolsillo. Es tan negra como la Noche. Una mezcla entre un azulejo y la
consistencia del ónix. Contemplo el resto de la magnificencia arquitectónica
con felicidad. Como si tuviera el poder del Palacio en la palma de mi mano.
Pero me abate un remordimiento profundo más adelante. Un gato negro. Mi única
superstición. Tuve una mala experiencia en Francia con uno que me cruzó el
paso. Pero éste sólo acecha las ruinas en paralelo. Una advertencia por si me
llevo aquella... PIEDRA. La que no pienso devolver. ¡Es mía, Mía, MÍA,
MÍAAAAAAAAAAAAA!!!!!!
Accedo a las
ruinas en sentido contrario a la entrada. Sigo disfrutado del esplendor que
siento poseer. Soy un sultán. Es mi Palacio. Y toda la gente que entra son mi
propiedad. Esclavos de mi voluntad. ¡MÍOS! Mi sueño se ve
interrumpido por un coro de musulmanes que empiezo a escuchar en los
alrededores. Tan potente que parece repercutir en el mundo entero y todas las
galaxias hasta mi PLANETA Okaara. No sé si es por el Ramadán, las oraciones
musulmanas tradicionales o mi delirio de grandeza, mas pronto un megáfono
dentro del Palacio amplifica el coro. Trastocando el anterior a un segundo
plano. En aquel estrecho pasillo donde puedo visualizar el megáfono, interpreto
que el Palacio mismo me advierte que no puedo llevarme la piedra. Decido ceder
a los simbolismos y la devuelvo su sitio. Sobre todo porque realmente quiero el
PALACIO.
Regreso a la Plaza Jamaa el Fna a comerme un cous cous. Mientras saboreo aquel plato, me viene la anagnórisis. El ambiente de Marruecos me ha poseído culturalmente. Sin darme cuenta siquiera. Visto como árabe, me alimento como un árabe y veo el mundo como un árabe. Incluso la Plaza que antes despreciaba me parece algo familiar y acogedor. Por un instante, me siento como otro marroquí. Eso o simplemente quiero poseer el espíritu mismo de MARRAKECH.
El regreso a la
Guéliz no es igual que la ida. El sol ruge con toda su furia y mis pies me
duelen de tanto andar. Mi avaricia no me abandona. Y me niego a pedir un taxi.
Me detengo en cada sombra que encuentro. Bebo agua y me la echo en la cabeza.
Recreando un oasis urbano… y tacaño. Siento que voy a morir. Pero prefiero la
muerte que gastarme otra MONEDA. Aguanto, camino y persevero. Llego a mi hotel.
Dejo mis cosas y me voy directo a la piscina. Hay cinco mujeres solas tomando
el sol. Pero estando en la piscina, me entero que tengo BILLETES en el
bolsillo. Me importa más subir a secarlos a mi habitación. No es de extrañar que hay veces que el lavado
de dinero es más importante que el sexo casual.
Llega la tarde y
salgo a comer. Me entero más sobre el
Ramadán. Entiendo que se rompe a la una durante el día y a las ocho durante la
noche. Son las siete y no quiero esperar. Camino hasta la Plaza 16 de Noviembre
para poder comer. Por lo visto, el Ramadán no se aplica a McDonalds. Empiezo a
fumar en el camino. Me percato que no tengo mis llaves del hotel. Pero sé que
hay siempre alguien en recepción. Intento obviar este descuido con una
curiosidad del mismo tabaco. Lo compré en la Plaza Jamaa el Fna tras abrir mi
CARTERA con alicates. La marca es Marvel. La competencia de DC en el mundo de
los comics. “Qué ironía”, pienso. Aunque me hace más gracia la publicidad que
puede hacerse para la marca. “Fumar puede matar… salvo si eres un superhéroe.
Cigarrillos Marvel”. Me río solo. No me importa la gente de mis alrededores. Marroquíes o turistas. Me como
mi hamburguesa con tranquilidad hasta el crepúsculo. Decido sacar dinero como
última tarea del día. Pero cuando llego al cajero, lo inesperado… ¡se queda con
mi TARJETA! Y se hace de noche...
Enlaces:
Larfleeze wiki: http://es.wikipedia.org/wiki/Larfleeze
Frases sobre avaricia: http://www.citasyproverbios.com/citas.aspx?tema=Avaricia
La avaricia: http://nodulo.org/ec/2004/n028p03.htm
El Palacio Badí: http://www.mundocity.com/africa/marrakech/palacio-badi.html
Enlaces:
Larfleeze wiki: http://es.wikipedia.org/wiki/Larfleeze
Frases sobre avaricia: http://www.citasyproverbios.com/citas.aspx?tema=Avaricia
La avaricia: http://nodulo.org/ec/2004/n028p03.htm
El Palacio Badí: http://www.mundocity.com/africa/marrakech/palacio-badi.html