viernes, 25 de mayo de 2012

INTRODUCCIÓN A LA NOCHE MÁS OSCURA


Decidí hacer un viaje en solitario a Marrakech en agosto del 2011. Desde que empecé con la anacrónicas españolas, ya no puedo viajar solo a ningún sitio sin alguna experiencia periodística o literaria detrás. Siempre he detestado viajar como turista y tomarme fotos. Ni siquiera tengo una cámara. Aunque comprendo a la gente que le entretiene la vida turística y respeto las fotografías artísticas, para mí un viaje debe ser una experiencia metafísica. Y con creatividad suficiente, ir a la vuelta de la esquina puede darte el sentido de la vida misma. Para familiar al lector con mi obra y el proyecto que he realizado, tengo que reiterar las bases de la anacrónica y matizar el Universo DC Comics del superhéroe Green Lantern (Linterna Verde). En lo que lo primero respecta, se trata de cubrir una historia que deriva en una crónica periodística dotada de simbolismos literarios. Por lo general, la anacrónica debe hacer referencias a un hecho mitológico o leyenda del propio lugar donde se investiga y participa. Acentúo esto último dado que el anacronista a menudo toma parte o es el protagonista de la historia que cubre. En el caso de las siguientes anacrónicas, en cambio, no me basé en una historia de Marruecos concretamente. Los simbolismos procedieron del mismo lugar a modo de anacrónica natural, con una premisa a modo de anacrónica generativa. Como referencia o punto de partida, utilicé la historia de Green Lantern.

Lanzo esta anacrónica de siete entregas en lo que denomino El Forense de Dioses Especial: Las Noches Más Oscuras de Marrakech. Divididas para los siete días que visité Marruecos y dando pie a una nueva vertiente de anacrónica que combina el aspecto natural y generativo de las anteriores. El nombre de esta versión híbrida no lo revelaré hasta la última entrega ya que tiene mucho que ver con lo que me sucedió. Aprovecho esta obra para dar tributo a mi guionista y dibujante de comic favorito: Geoff Johns e Ivan Reis. Genios contemporáneos en todo lo que concierne la Nueva Mitología. Pero me centraré en la saga de Blackest Night o la Noche más Oscura. Para quien no haya leído esta obra o no sepan nada de Green Lantern, he realizado una breve introducción para familiarizar los conceptos. Esta entrada no es la anacrónica misma. Más bien es un punto de referencia para las siguientes siete. Específicamente, sólo hay que recordar cuatro cosas: el elemento, el color del anillo, el poder y la Entidad.




Entre muchas cosas, el Universo DC tiene un Espectro Emocional. Sentimientos materializados en elementos de un color según una fuente particular. Los Guardianes del Universo fueron los primeros seres que aprovecharon estos elementos para proteger todos los mundos en sus confines. Fabricaron anillos dotados de poderes para proteger y darle un arma a su portador. Se cargan en una linterna individual conectada a batería central recitando un juramento. Mientras que los Guardianes se centraron en un color, otros fueron experimentando con el resto del Espectro Emocional para formar sus propios Cuerpos de Linternas. Los anillos tienen su propia vida y, tras la muerte de su portador, buscan un sustituto de acuerdo al gran nivel de la emoción que el anillo percibe en el siguiente candidato. También existen Entidades vivas del Espectro Emocional que poseen a personajes dignos de la emoción representada. Pese al color, los anillos aportan poderes similares: una aura protectora, vuelo y la capacidad de generar construcciones imaginarias para atacar y defenderse. Por otro lado, hay algunos anillos que tiene funciones concretas según el elemento del espectro que lo constituye.




GREEN LANTERN CORPS (Cuerpo de Linternas Verdes) 

ELEMENTO: voluntad
ANILLO: verde
PODER:  aura, vuelo y construcciones imaginarias
ENTIDAD: Ion

Los Guardianes crearon anillos y un Cuerpo de policías espaciales para proteger cada sector del Universo. Fabricaron anillos usando el elemento verde de la voluntad. La batería central está en el Plantea Oa donde residen los propios Guardianes del Universo. Los anillos vuelan a través del espacio buscando candidatos dignos de voluntad o sin temor movidos por el planeta Green Lantern, Mogo. Cuando es localizado un candidato, el anillo le habla en la siguiente manera, "(Candidato) de (Planeta Origen). Tienes la capacidad de superar un gran miedo. Bienvenido al Cuepo de Linternas Verdes". El anillo luego se introduce en el candidato automáticamente y los Guardianes le asignan un sector. El sector correspondiente a la Tierra es el número 2814 donde han surgido seis Green Lanterns humanos: Alan Scott, Hal Jordan, Guy Gardner, John Stewart, Kyle Rayner y Simon Baz.



SINESTRO CORPS (Cuerpo de Linternas Amarillas)

ELEMENTO:  miedo
ANILLO: amarillo
PODER: aura, vuelo y construcciones imaginarias
ENTIDAD: Parallax


La otra cara de la moneda. Fundado por Sinestro, un antiguo Green Lantern, quien creía que la voluntad no era suficiente para controlar los sectores asignados por los Guardianes. Dedujo que sólo el miedo podría traer orden al Universo. Con lo cual, fabricó anillos amarillos en el planeta Qward del universo de Antimateria. Instalando la batería central en su planeta natal de Korugar. Mientras que los anillos amarillos disponen de características similares a los anillos verdes, los primeros son la debilidad principal de los segundos. Es decir, un Green Lantern que siente miedo no puede tener efecto alguno sobre el color amarillo. En la serie Sinestro Corps War se pone a prueba esta máxima; una saga recomendada para quien desea ver una guerra entre anillos verdes y amarillos. En ocasiones, la entidad del miedo Parallax ha poseído a varios Green Lanterns. La posesión más famosa fue la de Hal Jordan quien, no sólo mató a varios Green Lanterns, sino que tuvo que enfrentarse al resto de superhéroes del Universo DC.   




RED LANTERN CORPS (Cuerpo de Linternas Rojas)

ELEMENTO:  rabia
ANILLO: rojo
PODER: aura, vuelo, rayos de ira, regurgitar sangre y construcciones
 en especies con más voluntad   
ENTIDAD: The Butcher

Su representante principal es Atrocitus. Antaño al Green Lantern Corps, se crearon a los Manhunters para servir el mismo propósito. Mas, contrario a los primeros cuya fuente de poder era la voluntad elemental, los segundos eran robots programados para proteger los mundos. Dentro de esa racionalización mecanizada, los Manhunters interpretaron que la mejor manera de proteger la vida era eliminándola del todo. El mundo que tuvo la desgracia de sufrir estas consecuencias fue Ryut del sector 666. Planeta natal de Atrocitus y último superviviente junto a otros cuatro (haciéndose llamar las Cinco Inversiones). Por razones obvias, Atrocitus juró venganza contra los Guardianes y su nuevo cuerpo policial. Creó su propia batería, anillos y Cuerpo utilizando el color rojo del Espectro Emocional en Ysmault. Los anillos buscaban candidatos que habían sufrido una gran pérdida. Aquellos poseídos por un anillo rojo, vomitan sangre para reemplazarla por la luz roja de la rabia. La sangre que se regurgita a partir de entonces puede destruir el aura de las Linternas de otros cuerpos. El anillo, en torno, se vuelve el propio corazón y se nutre de ira; teniendo la desventaja de matar al portador si se le quita.






AGENT ORANGE (Cuerpo de la Linterna Naranja)

ELEMENTO: avaricia
ANILLO: naranja
PODER: aura, vuelo y construcciones basadas en la identidad robada del fallecido
ENTIDAD: Ophidian

A diferencia de los otros Cuerpos, comprende de un sólo individuo. Un alienígena de temperamento muy característico llamado Larfleeze. Se le suele representar abrazando su propia linterna vociferando la expresión, “¡Mío, mío!”. El anillo naranja de la avaricia le provoca un hambre insaciable por poseerlo todo. El aspecto único de sus poderes tiene que ver con su capacidad de robar la identidad de quien mata. Creando su propio Cuerpo de Linternas Naranjas. En realidad construcciones imaginarias de las identidades fallecidas que, mismamente, pueden robar más identidades para su causa. Por ello resulta un poco peligroso negociar con él.






BLUE LANTERN CORPS (Cuerpo de las Linternas Azules)

ELEMENTO: esperanza
ANILLO: azul
PODER: aura, vuelo, construcciones, regeneración y efectos positivos y negativos en otros anillos.
ENTIDAD: Adara

Fue fundado por Ganthet y Sayd;  dos Guardianes que discrepaban con la potestad racionalizada del resto de Guardianes de Oa. Se separaron para formar su propio Cuerpo utilizando la luz azul de la esperanza; el color más fuerte del espectro. Pese a su potencial, un Blue Lantern necesita estar cercano a un Green Lantern para ejercer el poder total del anillo. Son capaces de sanar heridas e incluso regenerar miembros perdidos. Pueden cargar un anillo verde al doble de su capacidad, descargar un anillo amarillo, neutralizar los efectos de un anillo rojo y bloquear la capacidad de robar energía en un anillo naranja. Los anillos azules también se nutren de la esperanza ajena y potencian capacidades precognitivas en el portador.





STAR SAPPHIRES (Cuerpo de Zafiros Estelares)

ELEMENTO: amor
ANILLO: violeta
PODER: aura, vuelo, construcciones con gas, teleportación, cristalización y resurección
ENTIDAD: The Predator

Fue fundado por las Zamaronas. Una tribu de Guardianas femeninas que se oponían, como los Blue Lanterns, a la vida sin emoción propagada por los Guardianes del Universo. Defendían el amor como la máxima emoción, programando los anillos para sólo reclutar mujeres. La Star Sapphire puede cristalizar a miembros de otros Cuerpos e infectarlos con energía violeta. Los anillos violetas pueden detectar cuando el amor está en riesgo y enmendarlo. Las miembras del Cuerpo pueden teleportarse y sus construcciones desprenden un gas desorientador si llegan a romperse (inmunes a la absorción del anillo naranja). Pueden resucitar a los fallecidos recientes sirviéndose de la energía de alguien que los amaba de verdad. Mientras que los anillos violetas no muestran debilidad ante otros anillos, las portadoras son más susceptibles a ser dominadas por su propio poder. Una especie de desamor psicótico que llegó a controlar con el tiempo su mayor representante, Carol Ferris; novia del Green Lantern, Hal Jordan.





INDIGO TRIBE (Tribu Índigo)

ELEMENTO: compasión
ANILLO: índigo
PODER: Aura, vuelo, teleportación, curación y capacidad utilizar los poderes de otros anillos
ENTIDAD: Proselyte

Una tribu alienígena que almacena la luz índigo. Poco se sabe sobre sus orígenes o sus miembros salvo que visten como aborígenes y profesan la compasión. Utilizan pentagramas en lugar de baterías para cargar sus anillos. Pueden teleportarse a grandes distancias y curar a aquellos que sienten empatía. Pero quizá el rasgo más característico del anillo índigo es su capacidad de conectarse al anillo de cualquier Cuerpo  en la proximidad y utilizar los poderes del mismo a voluntad. Por ello el portador del anillo índigo no siente ninguna emoción aparte de la compasión. Una especie de empatía desinteresada para no sentirse alterado por las emociones en el resto del espectro.





BLACK LANTERN CORPS  (Cuerpo de Linternas Negras)

ELEMENTO: muerte
ANILLO: negro
PODER: regeneración, vuelo, construcciones y capacidad de ver el espectro emocional
ENTIDAD: Black Hand

La base de toda la saga de la Noche Más Oscura y crossover para todo el Universo DC. Empieza todo por obra del villano Black Hand (Mano Negra). Utilizando como batería de poder el cuerpo muerto del Antimonitor (villano cósmico de Antimateria por excelencia), traduce la voluntad principal del líder de los Black Lanterns, Nekron. Un anillo negro busca a superhéroes que han fallecido en el Universo DC allegados emocionalmente a otros para transformarlos en muertos vivientes. Pero, contrario al zombi estereotípico, el Black Lantern conserva sus funciones racionales y sus poderes metahumanos. Como la visión en colores de una serpiente, pueden ver las emociones de su víctima. Suelen jugar psicológicamente con el espectro de las mismas antes de consumirlas quitándoles el corazón. Los anillos negros se cargan en colectivo cada vez que un Black Lantern individual mata a un ser viviente. Aunque pueden volar y hacer construcciones independientemente de la carga.





WHITE LANTERN CORPS (Cuerpo de Linternas Blancas)

ELEMENTO: vida
ANILLO: blanco
PODER: resurección, inmortalidad y generar vida
ENTIDAD: The Entity

Posterior a la Noche Más Oscura, viene la saga del Día Más Brillante (Brightest Day). Asimismo, consiste en la resurección de personajes determinados que habían fallecido en el Universo DC para llevar acabo misiones concretas. Su mayor representante es Boston Brand; el superhéroe irónicamente conocido como Dead Man a quien se le encomienda el poder de la vida. Aparte de los resucitados, miembros de otros Cuerpos han portado el anillo blanco en alguna ocasión. Sinestro fue el primero en entrar en contacto con la Entidad para luchar contra los Black Lanterns y describió el poder como ser un dios; incluso regenerándose rápidamente de una herida mortal. Cuando Hal Jordan usó el poder, pudo crear más anillos blancos y restaurar a superhéroes que Nekron había resucitado como Black Lanterns. Actualmente, es Kyle Rayner quien porta el anillo, habiendo experimentado con todos los colores del espectro.  



PREMISA: Con el concepto de la anacrónica y el Universo Blackest Night en mente, explicaré las bases simples de mi proyecto. Me hice camisetas con el color y símbolo de cada Cuerpo salvo los Blue Lanterns, las Star Sapphires, la Indigo Tribe y los White Lanterns. Para ser sincero, se me ocurrió la anacrónica después de hacerlas. Y no era fanático de la esperanza, el amor, la compasión y la vida en aquel tiempo. Pero improvisé dos vestimentas en el viaje; una que unificaba las primeras tres en un invitado especial y una vestimenta coloquial que me acompañó desde el comienzo para la cuarta. El concepto era simple. Estuve en Marrakech siete días. A cada día corresponde una camiseta de un Cuerpo de Linternas en acorde a la primera emoción que sentía por la mañana. Luego emprendí en rutas turísticas determinadas intentando conservar y explotar la emoción que tocaba. Enfatizo que ninguna de las camisetas fue preseleccionada. Lo que sentía ese día, vestía.  Eran meras pautas para condicionar mi dialéctica e interacción con la gente de una manera u otra. A nivel personal, era una búsqueda por encontrar mi emoción en el Espectro Emocional. Tenía seis camisetas y vestí la emoción ganadora en mi retorno el séptimo día. Ah… y otra cosa… como el mismo nombre implica, mis noches fueron demasiado oscuras para ser contadas. Con lo cual, la narraciones fueron de la aurora al crepúsculo.  Lo que hice por las noches, me lo llevo a la tumba… 

Enlaces:

Juramentos: http://www.youtube.com/watch?v=YFIU5RZo6cw
Geoff Johns sobre Blackest Night: http://www.youtube.com/watch?v=jhJBUPRL940
Entrevista Newsarama Geoff Johns: http://www.newsarama.com/comics/070903-Geoff-BN.html

viernes, 18 de mayo de 2012

LA PERRERA DEL HADES

Cerbero es el perro de los Infiernos, hijo de Equidna y Tifón. Concretamente, el guardián de las puertas del Hades en la mitología griega. Conocido también como Can Cerbero, su nombre significa en griego: el Demonio del Pozo. Se le representa con tres cabezas y una serpiente como cola. Las primeras se clasifican como veltesta, tretesta y drittesta. Que se traduce en cabeza izquierda, tercera cabeza y cabeza derecha; simbolizando el pasado, el presente y el futuro, según unas fuentes, o el nacimiento, la juventud y la vejez, según otras. Su función consisitía en impedir la salida a los muertos y no dejar entrar a los vivos. 

En la mitología tuvo varios enfrentamientos con dioses, semidioses y mortales que le vencían a su manera. El músico Orfeo lo durmió con su lira en la búsqueda de su amada Eurídice. Hermes utilizó las aguas del Leteo, ribera del olvido, para el mismo cometido. Mientras que Eneas y Psique le dieron tortas de miel encantadas. En la Divina Comedia de Dante, Cerbero se encontraba en el tercer círculo infernal donde devoraba a los pecadores de la gula. Pero mi anacrónica se centra nuevamente en un personaje que ya me ha dado problemas en el pasado. El semidiós Hércules y el duodécimo y último trabajo encargado por el rey Euristeo. Aunque no tenía que ver con la historia que estaba cubriendo. 

Se trata del Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial en Madrid. Se llegó a considerar la Octava Maravilla del Mundo dada su edificación según coordenadas astrológicas muy precisas; un Templo del Sol en el llamado estilo herreriano. Por otro lado, se considera la propia Boca del Infierno. Y tenía que ver con cuatro obsesiones del monarca que lo habitaba, Felipe II. En primer lugar, los cuadros del flamenco El Bosco. El pintor pertenecía a una sociedad secreta llamada Los Adamitas. Una secta nudista que oraba por el Apocalipsis ya que creían que la humanidad estaba destinada a salvarse. Independientemente de sus prácticas hedonistas. Ergo su famosa pintura, "El Jardín de las Delicias". En segunda y tercera instancia, Felipe II coleccionaba reliquias de santos muertos y tenía una profunda obsesión por la alquimia. Y cuarto y más importante, el perro negro del Escorial.

Sus apariciones databan desde que el Monasterio estaba a penas en obras. En 1577, los monjes confirmaban que había un perro negro que daba saltos sobrenaturales a la luz de la luna. Cuyos aullidos no asemejaban los de ningún perro doméstico o salvaje. Como si se tratara de un cánido del más allá. Se escuchaba dentro y fuera del Monasterio. Incluso bajo los aposentos del propio monarca. Se descubrió poco después que se trataba de un perro negro perteneciente a un miembro de las Cortes. Atormentado por su omnipresencia auditiva, Felipe II pidió que lo ahorcaran desde una de las ventanas del Monasterio. No obstante, los aullidos persistían. Y Felipe II parecía ser el único que lo escuchaba. Lo veía hasta en sueños. Con lo cual no era aquel perro que había ahorcado. ¿Podría ser Can Cerbero?

Esa era mi misión. Si era Hércules o Felipe II... sólo el tiempo lo diría. Pero, más que todo, quería una muestra física, una pista mitológica o una aparición real que me lo confirmara. Y en esta anacrónica de posibles personajes simbólicos, lo tenía muy difícil. En el primer caso, tendría que enfrentarme al perro y, en el segundo, sería atormentado por el perro. Riesgo de muerte o locura. Un paseo en el parque para el anacronista. Tenía más miedo que el simbolismo recayera en mí. Ser muy perro tampoco es mi idea de encontrarme a mí mismo.


Tomo el tren de cercanías Renfe hacia San Lorenzo del Escorial en busca del perro más terrible de todos: Can Cerbero. Por lo visto tampoco soy el único con este cometido. Frente a mí se sienta Orfeo. Su versión moderna al menos.Vestido de negro, pelo largo y una guitarra con estuche. A menudo cruzamos miradas desafiantes. Él por su moda Heavy Metal y yo por la anacrónica. Pienso que es una buena idea aliarme a él. Siendo yo Hércules o no, es una ventaja disponer de Orfeo para adormecer al chucho tricéfalo. Como un Plan B, digo. Mientras reflexiono y divago sobre el tema, Orfeo se queda dormido. Y sin tocar su lira vanguardista. ¡La ironía! Se baja unas estaciones más adelante. Anterior al Escorial, claramente. Qué cursi. Sólo viaja al Hades por amor.

Me bajo en la parada de los hombres de verdad y salgo fuera de la estación. Un viandante me orienta hacia el Monasterio de San Lorenzo del Escorial. Me aconseja pasar por el parque cruzando la Calle del Príncipe en su interior. Un supuesto atajo apara mi destino. La Calle del Príncipe no es larga. Puedo vislumbrar la salida al final de la misma. Pero desde transitarlo, me da una sensación de no avanzar. Me canso. Y se trata de un terreno completamente plano. El viento parece ir en mi contra. Y en realidad viene de todas partes. Hay un silencio terrorífico. Ni siquiera escucho un pájaro cantar. Más bien veo un cuervo mudo que me observa desde el césped a mi derecha. Debería llamarse la Calle del Príncipe de las Tinieblas. Sin lugar a duda, la Entrada al Infierno.

Salgo del parque y el Real Monasterio está a la vista. Me encuentro con la Fachada Norte en todo su esplendor. Tanta es mi impresión que decido cercarlo. Pasando por la Fachada Sur, Este y Oeste. En efecto, un Templo del Sol. Decido aprovechar el día y entro por la Fachada Norte. Paso al Patio de los Reyes y la dedicatoria a seis reyes judíos. Entro a la Basílica donde lo único relevante es mi primer encuentro con Felipe II. Cenotafio donde está arrodillado junto a Ana de Austria. Mientras que me impacta el arte en todas sus formas, no pierdo de vista mi objetivo. Con lo cual me dirijo directamente al Panteón de Reyes. La Cripta. Donde las pistas para encontrar a un perro infernal serían más relevantes. Tristemente, los cadáveres no me hablan. Me sigo moviendo por el museo. Y vuelvo al turismo. Los techos son quizá lo más llamativo. Sobre todo, el Palacio de los Austrias y el Palacio de los Borbones. De hecho, sólo las pinturas de los techos llaman mi atención. El resto sobra. Salvo en la Biblioteca. Belleza integral. Los techos, las paredes, los suelos, los libros... todo. ¡Cómo quisiera tener una biblioteca así! Pero en el tema de Cerbero, sólo una alusión. El cuadro de El Greco titulado la Adoración del Nombre de Jesús. Donde las siglas JHS aparecen por encima de todo en el cielo. Y en el fondo a la derecha una de las cabezas del perro del Hades abriendo la boca. El inframundo, según el cuadro, no lo custodia Cerbero sino, más bien, sale de la boca misma y es, por ende, la propia boca del Infierno. ¿Acaso la palabra como símbolo de lo que es más sublime o infernal? ¿Un ladrido en el segundo caso? Sólo cazo un simbolismo adicional en mi recorrido. Muy minimalista. Una de las paletas utilizadas para construir el Monasterio. Las mismas empleadas por los obreros que veían al perro negro y se quejaban de cómo éste les impedía avanzar en la obra. La paleta tenía una "R" invertida en el ápice. "El Anti-Rodrigo", quizás. Pero no lo descubriría hasta más adelante.


Después de comer, camino por la Calle Floridablanca y me llama la atención un detalle. Un bar llamado "Don Felipe". El simbolismo ya presenta una pista por sí misma. Sobre todo por el Labrador Negro que veo en la entrada. Está atado a un poste. Me empieza a ladrar. No por aversión. Más bien el típico ladrido de un perro desesperado por atención y libertad. Me acerco a él y lo acaricio. Es muy vivo. Aunque intuyo que es por ansiedad. Los simbolismos me piden a gritos que entre. Me siento en la barra. Pido una caña doble. Me dan una tapa decente (y sigo en la Comunidad de Madrid). Aunque no encuentro nada que merezca la pena. Tan sólo una transmisión del Papa Benedicto XVI y su llegada a España ese día. Salgo y me fumo un cigarro a la par del perro negro. Esperando que le surgieran dos cabezas más. Pero no fue así. Me instalo en el Hostal Cristina donde tengo una vista del Monasterio a través de mi ventana. Vuelvo a salir. El Labrador me deja con intriga. Pero cuando vuelvo, ya no está. Ahora es un West Highland Terrier atado de la misma manera en la misma calle dos locales abajo. El perro blanco. Frente a una exposición de arte. El punto intermedio en triángulo es el propio Monasterio. Entro a echar un vistazo. Pinturas en decadencia. Simples. Retratos de la naturaleza. Sin un mensaje trascendente para lo que busco. No obstante, llega a mi atención un silogismo. Perro negro, perro blanco...ergo perro blanco y negro. La tercera cabeza. Frente al local y simbolismo último de la anacrónica.

De pronto me encuentro como un loco buscando Dálmatas por el El Escorial. No localizo ni ciento uno. Distingo varias razas. Unos Galgos jugando entre sí. Como si tienen dos cabezas. Pero es Ortro... digo Otro. No encuentro nada significativo en los alrededores del Templo del Sol. Incluso entre los dos locales por las escaleras descendientes que conducen al Monasterio. Me dirijo a las casas de los pueblerinos. Buscando perros. Sus pasos, su respiración, sus aullidos. Que tontería hacer esto por la noche. Tanto perro. Y siempre me gustaron más los gatos. Me siento mareado de tanta vuelta. De la cantidad de cánidos sin sentido. Sin darme cuenta, estoy frente a una Iglesia. Muy pequeña. Muy blanca. Abandonada por los fieles a esas horas. No recuerdo el nombre. Ni recuerdo cómo llego ahí. Pero me vino la epifanía en ese momento.

La "R" invertida. El blanco y negro. La Iglesia y la Noche. Me acuesto al revés sobre los escalones de la entrada. ¿Buscaba otra perspectiva o era acaso para acceder a otra dimensión esotérica? ¿Entre la Vida y la Muerte? Siento cómo la sangre me fluye a la cabeza. Empiezo a recordar mi niñez. A menudo hacía esto. Y lo disfrutaba. Pero aparecía siempre un adulto para decirme que me quedaría loco. Probablemente tuvieron razón. Aunque también me impulsa a resolver el enigma.  La veltesta (perro negro) es la dialéctica entre la perdición del hombre y su necesidad de aspirar a la divinidad por atrición. La drittesta (perro blanco) es el axioma que cualquier razón expresa su arte hasta, eventualmente, deteriorarse. Y la tretesta (perro blanco y negro) cuya implicación intermediaria supondría el equilibrio se atiene, empero, a la analogía de la posición invertida; que por mucho juego que tenga la demencia, rendirla a equidad supone conformarse al resto. Son Principios del Final. Inscritos en la Entrada al Infierno. Vociferados por su Protector. Quien luego me hablaría en la vuelta...

Llego frente a un domicilio común. Pero con un nivel de oscuridad profundo. No hay un portón obstruyéndome la visión. La silueta de una casa en un patio. Sin más. La calle desierta. Y me ladran tres perros. Siento terror. ¿Saldrán a atacarme? No los puedo ver. Sólo escuchar. Lo registro con mi grabadora*. En parte por la anacrónica, en parte por mi última voluntad de vida y en parte para confirmar que no he perdido ninguna de mis tres mentes. Y dudo si alguna conservo. Puesto que la siguiente mañana, paso por la misma casa... y no hay perro o persona alguna. 


*Haz click en el primer enlace de abajo para escuchar la grabación.

Enlaces:

Forense de Dioses VRS Can Cerbero: http://www.youtube.com/watch?v=rrM21yHw5Vw
Bestiario Mitológico: http://roleplay.sugel.net/2011/07/05/supernaturales-bestiario-mitologico-griego/
Real Monasterio de SLE: http://www.monasteriodelescorial.com/
El perro negro: http://elguadarramista.com/2009/10/30/leyenda-del-perro-negro-del-monasterio/

domingo, 6 de mayo de 2012

DESDE LA ALHAMBRA HAMBRIENTA


Emprendí hacia Granada en busca de un gran tesoro. O al menos el simbolismo de uno. Contenido en el libro conocido de Washington Irving. Y no me refiero a la Leyenda de Sleepy Hollow.  Más bien la historia "El Soldado Encantado" en sus Cuentos de la Alhambra. 

Relata la vida de un Estudiante salamantino que visita las tierras granadinas. Un músico que tocaba en plazas a cambio de comida, posada y unas monedas. Una de esas veces, se encontró con un Cura y una Doncella. También le admitieron pese a no llamar la atención ni de uno ni del otro. Durante las fiestas de San Juan en Granada, el Estudiante se sentó cerca del Puente del Darro viendo a la gente disfrutar de las festividades. Discrepó una figura anacrónica entre la multitud. Un Soldado con armadura medieval. Se acercó a él y entabló una conversación. Pero quizá lo que más impactaba al Estudiante, era que dicho Soldado llevaba vivo durante siglos. Sirvió en la guardia real de Isabel y Fernando. Cuando los cristianos tomaron la Alhambra, el Soldado se encontró con un Alfaquí o sabio árabe quien le pidió esconder los tesoros de Boabdil. Lo que no se esperaba es que el Alfaquí era también un nigromante africano quien pronto lo encantaba para vigilar el tesoro para siempre.

El Soldado llevó al Estudiante al pie de una torre de ruinas entre la Alhambra y el Generalife. En el camino, el Estudiante se percataba que era el único que podía verle. Le explicó el Soldado que se debía al anillo de Salomón que llevaba en su dedo; una joya que el joven había encontrado en la cruz de piedra de San Cipriano en Salamanca. El Soldado confirmó su historia golpeando la pared de la torre para desvelar un pasadizo secreto donde los tesoros reposaban. Indicó que sólo podía salir durante las fiestas de San Juan cada cien años. El encantamiento sólo podía romperse del todo con el auxilio de un sacerdote cristiano y una doncella de gran virtud. El primero debía exorcizar los poderes de las tinieblas habiendo ayunado por un día entero previamente. La doncella debía ser pura y tocar el arcón con el sello del anillo de Salomón. Sólo tenía tres días para organizarlo todo. Y hasta la media noche del tercer día para romper el hechizo. Pasado este tiempo, el Soldado tenía que guardar vigila otro siglo. Agregó que, en caso de cooperar, una mitad del tesoro sería suyo y de los participantes. El joven le dijo que se despreocupara ya que incluso tenía los candidatos que le solicitaba.

El Estudiante se dirigió a la mansión del Cura. Pese al descaro con el que se adentraba en su hogar, al Cura le pareció convincente la historia. Tanto salvar al Soldado Encantado y su fe cristiana como rescatar el tesoro del Rey Chico Boabdil, último monarca de Granada. ¡Cuántas iglesias podría construir con ese tesoro y ayudar a los necesitados! La Doncella tampoco presentó reparo alguno. Y la compasión del Estudiante por el Soldado empezaba a despertar su interés por el muchacho. El único problema era el tema de ayunar. Dos veces lo intentó el Cura. Pero sus apetitos mundanos lo superaron en ambas ocasiones. El tercer día, empero, optó por la fe y perduró el día entero. Anticipó a preparar una cesta de alimentos para comer una vez realizado el exorcismo. Y se dirigió con el Estudiante y la Doncella a la torre encantada. El Estudiante tocó las paredes con el anillo de Salomón y abrió las paredes. Se encontraron con el Soldado y empezaron el ritual. El Cura santiguó la Bóveda y la Doncella tocó el arcón desvelando el majestuoso tesoro. El Soldado ofreció llevar el cofre en agradecimiento. Los tres elegidos salieron fuera. Lugar donde el Cura aprovechó para acabar con la hambruna que le hostigaba. Mas pronto, las paredes de la Torre se cerraron. El Cura se había anticipado unos minutos. Y el Soldado se lamentaba desde dentro sabiendo que debía esperar otro siglo. Puesto que incluso la Doncella se había dejado el anillo de Salomón dentro. Por fortuna, el Estudiante había metido parte del tesoro en sus bolsillos. Suficiente para tirar hacia adelante. El Cura sintió tanto remordimiento, que le ofreció la mano de la Doncella. Se casaron poco después y llevaron una vida próspera. Que, en el fondo, era el mejor tesoro de todos.

Yo buscaba algo similar. Y me vi absorbido por la misma historia en mi visita a la Alhambra. Pero no pensaba encontrarme al propio autor. Y llevaba muerto 150 años.


Llego a Granada y me hospedo en el Hostal Atenas por fetichismo. Aprovecho para instalarme y dar una vuelta por la ciudad híbrida del Cristianismo y el Islam. Un bar llamado el Minotauro es mi primera parada. También por fetichismo. En aquel momento no busco simbolismos. La gula se retuerce en mis entrañas pidiéndome comida y alcohol a un precio asequible. Y no hay mejor lugar que Granada para esta trinidad. Saltaba de bar en bar. Tapas y cañas por doquier. No como Madrid donde solo dan aceitunas y patatas. Una caña daba para una tapa decente. Una ración para cualquier madrileño. Con tres o cuatro, ya había comido como un Rey Cristiano. Con seis o siete, ya había comido como un Emperador Romano. Con nueve o diez, era hora de volver a la cama. No veo nada que merezca la pena. Ni creo que lo recuerde. Pero había planeado mis vacaciones para residir tres días. Suficiente para rescatar al Soldado Encantado.

Me levanto el segundo día. No tengo resaca. Y es raro. Aunque se justifica por toda la comida que iba de la mano con mi crapulencia. Me dirijo a la Alhambra directamente. Me detengo en la Cuesta de Gomérez donde llama mi atención uno de los numerosos puestos árabes de los alrededores. Concretamente una cesta llena de anillos a dos euros cada uno. No tienen nada de especial. Y el precio lo supone. Pero necesito un anillo para encontrar al Soldado. Y sólo espero que un anillo árabe barato funcione igual de bien que un anillo de Salomón de calidad. Con mi suerte, me encontraré al Vigilante del Taco Bell y me ofrecerá un descuento en burritos a cambio de conseguirle el despido improcedente. Es mejor que nada. Me pongo el anillo y cruzo los dedos.

Mientras subo por la Cuesta de Gomérez, ya empiezo a entrar en terreno místico. Sobre todo por las alamedas que brotan cruzando La Puerta de las Granadas.  La Puerta de la Justicia y el Pilar de Carlos V le dan un condimento extra más adelante. Aunque me intriga más lo que encuentro subiendo el Paseo del Generalife. Mi primer simbolismo: El Hotel Washington Irving.  El autor de la historia que estoy cubriendo. Y el sitio dedicado a su nombre está cerrado. Pero no es eso lo que me parece curioso. Puedo ver el interior a través del cristal. Todo es viejo. Antiguo incluso. Ni siquiera cerrado por una obra. Más bien, abandonado. Sillas cubiertas por sábanas. Telarañas por los techos. Polvo encima de las encimeras. Alfombras podridas. Candelabros a punto de caerse. Igual que un hotel… un hotel fantasma.  No hay un alma contemplando la escena salvo yo. ¿Estará funcionando mi anillo?

La entrada a la Alhambra y el Generalife está al otro lado de la acera. Hago la cola y compro la entrada. Dentro de las murallas, me siento en otro mundo. Como haber accedido a otra dimensión. Otro planeta. Mágico y fabuloso. Ya no me siento en Granada. Ni en la realidad. Admito no haberme documentado mucho para esta anacrónica. Con lo cual decido alquilar una audio-guía para saber la historia detrás de todo. ¿Y quién es la voz que escucho desde que la enciendo? ¡La del propio Washington Irving! Una dramatización para los periodistas. El fantasma de un escritor para los anacronistas. Mi guía. Cuan Virgilio para Dante. Aprovecho para cambiar el idioma a inglés para darle un poco más de credibilidad. Me alegra que las apariciones modernas funcionen como un reproductor DVD.   


El fantasma de Washington Irving me lleva a través del Paseo de los Cipreses y su encanto nazarí. Llego a la Calle Real de la Medina y camino hasta la Puerta del Vino. La entrada a la Medina con el Palacio de Carlos V a la derecha. En honor a la victoria del Cristianismo sobre Islam, según el espectro Irving. Opto por seguir a lo segundo ya que me entero que no hay vino en lo primero. Lo que más me llama la atención es el amplio patrio circular del interior. Cruzo la Plaza de los Aljibes de camino a la Alcazaba. Era ésta última como el esqueleto de una ruina perfecta. El espíritu sigue explicándome todo y pasa de mi comentario. De hecho ignora mis preguntas todo el tiempo. Por lo visto los muertos desean ser escuchados más que los vivos. Me reconforta que al menos no hay un Facebook del más allá.

Accedo al Palacio de los Nazaríes a través del Mexuar. Una mezcla de sala de oraciones y corte de ministros. Pero me gusta más el Cuarto Dorado y sus techos áureos. Me quedo sin palabras en el Patio de Arrayanes. Me resulta curiosa la alberca del centro y cómo refleja toda la estructura. Ese truco de interiores para dar la ilusión de espacio con espejos. Por lo visto, no es nada nuevo. Conozco la Torre de Comares, el Patio de los Leones y la Sala de las Dos Hermanas. Todo impresionante. Pero me desespero ya. Le grito a mi guía una y otra vez, “¡El Soldado Encantado!” Y es su lápida quien me contesta. Una placa en su honor en el apartado de habitaciones de Carlos V. El espíritu del escritor me indica poco después que cuando vivía residió en la Alhambra en la Sala de las Frutas. Me empiezo a cansar de mi guía. No me deja hablar nunca. Ni me da las respuestas que busco. Acelero mi marcha turística pasando por el Partal, los Jardines del Generalife y el Patio de Acequia. Sé que queda poco y no me libraré del fantasma hasta que acabe el recorrido. Subo las Escaleras de Agua y llego al Jardín y Mirador Romántico. Una de las mejores vistas de Granada. Pero el espectro Irving se venga de mi sanidad mental invitando a dos fantasmas más. Federico García Lorca y Juan Ramón Jiménez. Uno por ser granadino y el otro por su obra “Olvidos de Granada”. Por mí que sean Jimmy Hendrix y Kurt Cobain. No me dejan hablar tampoco. Incluso cambiando el idioma. Por credibilidad, reitero. Decido irme. Al menos ya sé adónde se fue el vino de la puerta. Eso explicaría los monólogos. ¡Y en cuanto salga, me volveré monologuista yo también!  

De vuelta en el hostal, un poco relajado por tapas y soliloquios, reflexiono sobre mi próxima misión. La Alhambra por la noche. Espero encontrar la respuesta. Aunque no quiero encontrarme con esos fantasmas cansinos. Tomo la misma ruta. Y todo es distinto. Es increíble lo que cambia un entorno por el día y por la noche. De repente estoy metido en una película de terror. Las alamedas parecen ahora un bosque Tim Burton. Veo muy poca gente. Pero camino solo la mayor parte del tiempo. Subo el Paseo del Generalife y vuelvo a detenerme en el Hotel Washington Irving. No veo nada en el interior esta vez por la oscuridad. Decido cercar la Alhambra y me encuentro con un territorio nuevo bajando la Cuesta del Rey Chico y/o Cuesta de los Chinos. Había olivos y un arroyo a la par de la muralla. Sé que de día lo hubiera disfrutado más. Pero, en aquel entonces, siento miedo. Estoy completamente solo. Y habiendo encontrado al fantasma de Washington Irving, podía esperarme cualquier cosa. Pese a tratarse de un fantasma hechizado por el turismo de los ayuntamientos. No quiero perder la cabeza. Literalmente, pues, a lo mejor pasa el jinete de Sleepy Hollow a decapitarme. Mas, por fortuna y desgracia, no encuentro nada. Ni siquiera en la Fuente de los Avellanos (donde presuntamente vivía el Cura y la Doncella) o en la Carrera del Darro (donde se aparecía el Soldado Encantado). Llevo el anillo puesto… ¿qué más me falta? No me entero hasta la siguiente mañana.

La epifanía me vino a las seis de la mañana con el hambre. Me resulta simbólico levantarme justo a esta hora. Con esta necesidad. Una que, irónicamente, no puedo saciar. Eso es lo que me falta. Dejar de comer hasta ver el simbolismo. En honor a Granada, lo nombro la Alhambrienta. Básicamente, ayunar por sentido. El lector pensará que estoy loco por hacer esto. Pero, en mi defensa, lo hacen todas las religiones e iba aplicar la mitad del tiempo de lo que decía la historia. Con lo cual, no soy más que un pagano… medio loco. No obstante después de doce horas en ayunas, decido volverme ateo indefinidamente. ¡Qué infierno! Algo tan básico como la necesidad de comer. No me siento más divino. Sino más animal. Aunque hubo un momento que creo que vi un ángel con forma de pollo asado.

Decido salir un poco antes. A las once de la noche. Como el buen Cura, yo también preparo la comida para después del exorcismo. Un shawarma del tamaño de una alfombra persa. Lo llevo en una bolsa y hago el mismo recorrido que la noche anterior. Esta vez siento mayor gusto en el paseo. Particularmente porque a penas había salido del hostal en todo el día. Sólo para cambiar mi pasaje de vuelta para mañana temprano. ¿Qué hice en ese tiempo? Ver televisión, tomar agua y fumar como un degenerado. No le deseo esto a nadie. Sobre todo en Granada… y sus tapas… sus tapas grandes y suculentas... ¡debo darme prisa!

Camino a paso acelerado por la Cuesta de Gomérez. Cerco la Alhambra por el Paseo del Generalife y la Cuesta de los Chinos. Alamedas, olivos, riachuelos…no hace falta que lo describa otra vez, ¿verdad? ¡Qué hambre! Desciendo hasta la Carrera del Darro y empiezan a aparecer los simbolismos. Pero es tanta mi necesidad de comer, que los desvelo después de devorar el shawarma como un chacal. Desayuno (semánticamente hablando) frente al Puente del Darro sobre el río donde el Soldado Encantado se le apareció al Estudiante por primera vez. Tras acabar, revivo la escena que había visto antes de comer.


Flashback Alhambrienta: Empezó todo en un bar llamado “La Bóveda”. Cerrado al público por algún motivo. Pero realmente significaba que no había tesoro. Y al cabo de un tiempo, vería por qué. El siguiente bar no lo recuerdo por nombre. Pero sí recuerdo que había una fiesta de algún tipo con la peor música que había escuchado en toda mi vida. Una mezcla de reguetón, música retro ochentera y psycho trance. ¡Qué asco me dio! Pero se trataba del Estudiante. Un músico que, en realidad presente, no tenía virtud alguna. Luego me encuentro con una chica de veintitantos con una borrachera al borde de un coma etílico. Quizá lo que más me llamó la atención es que la cargaba un chico que a penas conocía y con quien quería acostarse. No recuerdo exactamente sus palabras (por el hambre y la indiferencia que me suponía) pero balbuceaba “no sé quien eres” y luego le metía la lengua hasta la garganta. ¿La Doncella? En mi caso particular, acabé siendo el Cura que no pudo esperar un momento más para rescatar la virtud. Lo siento, Soldado. Espero que tengas más suerte en 100 años.

Enlaces:

Vídeo Cuesta del Rey Chico: http://www.youtube.com/watch?v=mTXVhuLhRPw